El 10 de agosto de 997 hubo uno de esos hechos que representan un antes y un después en los procesos históricos. El saqueo, por parte de Almanzor, de la ciudad donde se encontró una de las reliquias cristianas más importantes de Europa, los restos del apóstol Santiago, supuso un punto de inflexión en la llamada "Reconquista cristiana" de la Península Ibérica. Los terribles acontecimientos de aquellos días en Santiago de Compostela, no hicieron más que corroborar el temor de que a la llegada del año 1.000, las peores profecías se cumplieran con el fin del mundo conocido. Pero no, para los cristianos el mundo no se acabó en el año 1.000, más bien como veremos, fue todo lo contrario.
Almanzor.
En primer lugar, conoceremos brevemente al responsable de la mayor lacra que hasta ese momento habían conocido los cristianos de la Península. Nuestro personaje, con el completísimo nombre árabe de Abu Amir Muhammad ibn Abi Amir, nació en la provincia de Málaga, en el seno de una familia noble afincada en dicho territorio desde la época de la conquista islámica de la Península. Aunque los primeros años de su vida pasan prácticamente desapercibidos para la historiografía, sabemos que se educó en la espléndida Córdoba califal. Sabemos también que hacia el año 967 ya se encontraba plenamente instalado en la corte del califa Alhakén II, a quien sirvió fielmente en la educación de sus hijos, y según las malas lenguas en el cuidado de su esposa predilecta, la exuberante esclava vasca Subh.
Almanzor en Catalañazor
Tras la muerte de dicho califa en el año 976, inicia su imparable ascenso político. En pocos años se libra de los principales enemigos dentro de la corte; el hayid al-Mushafi en 978 y tres años más tarde, el mejor general que el califato había conocido jamás, Galib. Ambos murieron bajo la amenazadora sombra de Almanzor, que desde entonces se siente libre en el gobierno de al-Andalus. El panorama en Córdoba así lo apuntaba, con el nuevo califa Hisham II, de sólo 13 años, rezando en Medina Azahara, un puesto destacado en el lecho de la vasca Subh convertida ahora en reina madre, y especialmente con el control del poderoso ejército califal. , después de desplazar a la aristocracia omeya de los puestos de mando, y colocar en su lugar a sus fieles mercenarios bereberes.
Nada pudo frenar su incesante deseo de someter los reinos cristianos del norte de la Península. Se han contabilizado la friolera de 56 petroleras en los 25 años que Almanzor permaneció al frente del Califato. Del Mediterráneo al Atlántico, pocos rincones quedaron sin recibir la visita de las huestes saqueadoras del nuevo amo de Córdoba. De todos ellos, el que hoy nos ocupa, el número 48, fue el más doloroso.
El Conde García Fernández.
Para comenzar la historia nos remontamos a principios del verano del año 995, es decir, dos antes de que las huestes de Almanzor devastaran Santiago. Aquellos días el único de los cristianos que fue capaz de encontrarse cara a cara con el hayid fallecido. Cordobés. García Fernández, conde de Castilla, que recientemente había liderado la resistencia contra el califato. De su determinación hay constancia de que logró robar a los cordobeses la poderosa Fortaleza de Gormaz, que permaneció en manos del conde castellano entre 978-983.
El Conde García Fernández en Salamanca
Como suele decirse de la muerte del valiente García Fernández "ha habido ríos de tinta". En primer lugar dejaremos de lado las curiosas leyendas sobre un caballo gordo o las supuestas infidelidades de su esposa con el propio Almanzor, por cierto, permítanme un párrafo, el caudillo cordobés debió ser igual de valiente al frente del califal. ejércitos como en la cama. Descartadas estas leyendas, hoy la historiografía opta por un error fortuito que le costó la muerte.
En uno de los últimos yacimientos de Almanzor, las tropas califales se hicieron fuertes en algunas de las localidades más importantes del Conde de Castilla, véase Osma, Gormaz o Clunia. La respuesta de García Fernández fue atacar el corazón del poder del califa cordobés, la ciudad de Medinaceli, en aquel momento capital de la Marca Media de al-Andalus. En este contexto, antes o después de dicho ataque, no está claro, se produjo el enfrentamiento con un destacamento musulmán.
Para las fuentes cristianas una batalla, para el Califato un encuentro fortuito cerca del castillo de Peñaranda de Duero. Lo más probable es que se tratara de una caída del caballo del conde García Fernández, de ahí la leyenda del caballo engordado por su mujer, la amante de Almanzor. De un golpe en la cabeza fue detenido y trasladado a Medinaceli por sus enemigos, donde murió cuatro días después. Su cabeza llegó a Córdoba en los días siguientes como trofeo procedente de Almanzor.
Puerta de la fortaleza califal de Gormaz
El desgobierno del Reino de León.
El Reino de León a finales del siglo X era un auténtico galimatías político; Bermudo II la gobernó, si se puede decir así. Pero está claro que quienes ostentaban el poder eran los nobles que ejercían el poder territorial. Castilla, ya hemos visto que prácticamente caminaba hacia su emancipación, Galicia, Portugal, Asturias e incluso León se habían convertido en afluentes de Almanzor.
El rey no pasaba por sus mejores momentos, hacía unos años había entregado a su propia hija al caudillo cordobés con la intención de deshacerse de las aceifas musulmanas, tampoco paralizaron, ni disminuyeron de número, para Almanzor la entrega de una hija no era motivo de lealtad, sino de sumisión.
La mala gestión era evidente, ni siquiera los propios vecinos de Bermudo II lo respetaban como rey. La familia aristocrática Banu Gómez asentada en torno a Carrión de los Condes atacaba continuamente la capital del reino, para desplazar del poder al rey nominal. Esto fue incluso defendido por el propio Almanzor, como era necesario en los pactos medievales que surgieron en torno al sistema político feudal; “Yo te pago, tú me defiendes”. En uno de ellos, los musulmanes arrasaron Carrión y el monasterio de San Román de Entrepeñas, sede familiar de aquella familia.
En este contexto nació la rebelión de Bermudo II. Si tenemos que buscar razones para esto, encontramos algunas; Era el momento más débil de sus vecinos los Banu Gómez, la muerte de García Fernández como héroe cristiano ante los musulmanes también podía servir de aliciente, sin olvidar el odio hacia el hombre que se había llevado a su hija sin compensación a cambio. Además, al otro lado de la frontera surgieron problemas para Almanzor, revueltas en el Magreb e intrigas palaciegas lideradas por el vasco Subh.
En definitiva, Bermudo podría haber pensado que era el momento adecuado para recorrer el reino en busca de ayuda para sacudirse el yugo musulmán. Los primeros en sumarse son los vecinos Banu Gómez, quienes abandonan las rencillas por una buena razón. Ese año los hombres de Almanzor abandonaron la capital del reino, sin los habituales tributos que entregaba habitualmente el rey de León.
La Aceifa número 48 se dirige a Santiago de Compostela.
Almanzor no dejó pasar un día, había que contrarrestar la audacia de Bermudo II. La siguiente aceifa no podía ser una más, recuperando el símil ajedrecístico de nuestro título, el dirigente cordobés tuvo que mover estratégicamente sus piezas sobre el tablero para “matar al rey”. Este no era Bermudo II, sino el supuesto origen sagrado de la "Reconquista cristiana", la tumba del apóstol Santiago, verdadero punto de unión de los reinos cristianos a través de sus rutas de peregrinación.
Las tropas califales abandonaron Córdoba el 3 de julio. No se dirigieron directamente a Santiago, sino que pasaron por las localidades portuguesas de Viseu y Coria para recoger la ayuda de los condes portugueses. Estos antepusieron su deseo de poder a su fe, no les importó cruzar el Miño junto a los musulmanes y destruir todos los monasterios que encontraron a su paso. Cientos o miles de hombres fueron encarcelados para convertirse en un producto de lujo, procedente de los mercados andaluces.
El supuesto harén de Almanzor.
El 10 de agosto las tropas califales y portuguesas llegan a Santiago de Compostela. Según fuentes mayoritariamente musulmanas, la ciudad estaba desierta, sus habitantes la habían abandonado por miedo a Almanzor. Según cuenta la leyenda, que un anciano monje esperaba al líder junto a la tumba de Santiago. No se inmutó ante la llegada del gran Almanzor, ante el interrogatorio al que fue sometido, su única respuesta fue que permanecía allí para honrar los restos del apóstol. Ambos fueron indultados por el caudillo, ni la vida del monje, ni los restos de Santiago fueron profanados. ¿Superstición? ¿Respeto a sus compañeros de aceifa?
La ciudad santa no corrió la misma suerte, que fue arrasada. La antigua iglesia prerrománica fue incendiada y el botín de la aceifa fue el más suculento que se recuerda; Sedas, vestidos, piezas de oro o grandes tapices ponen rumbo a Córdoba. Las campanas de la iglesia transportadas a hombros de esclavos cristianos, parecen más bien una leyenda, por cierto, de ida y vuelta, ya que regresaron 238 años después a hombros de esclavos musulmanes, empujadas por las huestes de Fernando III. P>
La respuesta de los reinos cristianos.
Volvemos a nuestro símil del ajedrez; “si puedes convertir tu jaque en jaque mate, hazlo, de lo contrario te arrepentirás”. Podemos sacar esa conclusión de los siguientes eventos.
Que la noticia difundida por Europa podría ser uno de los motivos de la reacción de los reinos cristianos peninsulares, sintiendo la necesidad de no volver a fallar a sus correligionarios europeos, en definitiva Alrededor Con el cambio de milenio, la tumba del apóstol Santiago se estaba convirtiendo en patrimonio del cristianismo europeo.
Sólo dos años después, en el año 999, Bermudo II murió a causa de un ataque de gota. Su heredero el joven Alfonso tenía sólo cinco años, de facto el reino cayó en manos de su madre Elvira, hija del recordado conde castellano García Fernández. Bueno, logró algo que parecía impensable en ese momento. Los grandes nobles de Castilla, León y Galicia decidieron por consenso proteger la figura del joven rey. Pronto a este propósito se unieron la baja nobleza y el clero. ¿Qué estaba pasando?; el recuerdo de García Fernández reencarnado en el de su nieto Alfonso V, o el malestar por los acontecimientos de Santiago de Compostela.
Pronto el último invitado se uniría a la coalición. Ese mismo año las tropas de Almanzor repitieron la operación en Pamplona. El Reino de Navarra se suma a sus aliados religiosos, no en vano fue el primer lugar geográfico que recibió a los peregrinos europeos que se dirigían a Santiago, luego pasaban por Castilla, León y llegaban a Galicia. Todos los territorios unidos por el Camino de Santiago se propusieron proteger la reconstrucción de la Ciudad Santa.
Llegamos al temido año 1000. El caudillo preparó un nuevo aceite de oliva, ese año le tocó el turno a Castilla. Se dirigió al norte desde la capital Medinaceli, pero no llegó a su destino. En el cerro de Peña Cervera, que se elevaba 170 m sobre el nivel de la llanura castellana, le esperaban por primera vez en varias décadas los ejércitos cristianos unidos. Al "último toro" podemos pensar que fue la batalla del miedo mutuo. Ante la llegada de las huestes musulmanas, el ejército cristiano desplegó su mejor estrategia, anulando los flancos del ataque musulmán, históricamente su mejor arma de combate. Los sorprendidos hombres de Almanzor huyeron hacia el cerro opuesto, posiblemente buscando una ruta de escape. Los ejércitos castellanos pensaron que esperarían refuerzos desde allí. Ambos cometieron un error y ambos regresaron a sus bases.
Las vistas desde Peña Cervera
El tablero de la Batalla de Cervera había terminado con unas inesperadas “empatas”. Para algunos, acostumbrados a numerosas derrotas, tuvo un regusto a victoria. Del otro lado, por el contrario, el caudillo reprendió la cobardía de sus hombres. Dos años después Almanzor "el victorioso" moría completamente exhausto, tras protagonizar los años más duros de los reinos cristianos desde los tiempos de la conquista musulmana de la Península Ibérica, manteniendo en jaque la llamada "Reconquista cristiana". Pero este acabó saliendo más fuerte y dispuesto a seguir su camino de victorias.
La muerte de Almanzor
Más información:
Historia de España en la Edad Media, Cood. Vicente Ángel Álvarez Palenzuela, Ed. Ariel, 2011.
Moros y cristianos, la gran aventura de la España medieval, Juan José Esparza, Ed. La esfera de los libros, 2011.
Los Califas de Córdoba, Francisco Bueno García, Ed. Arguval, 2015.