Historia antigua

La Biblioteca Imperial de Constantinopla, la última de las grandes bibliotecas de la Antigüedad

Tanto en Oriente Medio como en el Cercano Oriente, Mesopotamia, China, Anatolia y el mundo grecorromano existieron grandes archivos y bibliotecas que hoy han desaparecido. La última de todas esas grandes bibliotecas fue la Biblioteca Imperial de Constantinopla.

Fue fundada por Constantino el Grande en algún momento entre el 330 y el 336 d.C. Sin embargo, su crecimiento fue lento, y a la muerte del emperador sólo contaba con 7.000 volúmenes.

Sería el emperador Constancio II, que reinó entre el 337 y el 361 d.C. quien le dio el mayor impulso creando un scriptorium copiar y preservar obras griegas y romanas transfiriéndolas de los papiros originales, ya muy dañados, al pergamino. En la época del emperador Valente, hacia el año 372 d.C., este trabajo fue realizado por cuatro calígrafos griegos y tres latinos.

La Biblioteca Imperial de Constantinopla, la última de las grandes bibliotecas de la Antigüedad

A la cabeza estaba Temistio, un filósofo pagano que alcanzó varios puestos destacados en el imperio. Fue nombrado senador en el 355 d.C. y procónsul en el 358 d.C. y prefecto de Constantinopla en 383 d.C. Fue el encargado de poner en marcha la biblioteca, que dirigió bajo diferentes emperadores, hasta la época de Teodosio I.

Posiblemente fue él quien estableció el sistema que priorizaba unos textos sobre otros, dando preferencia a las obras griegas más antiguas sobre las latinas. Autores como Homero o Sófocles fueron elegidos por delante de otros cuyas obras no eran tan utilizadas o conocidas. Se estima que en tiempos de Teodosio II (401-450 d.C.) la biblioteca albergaba unos 100.000 volúmenes.

La Biblioteca Imperial de Constantinopla, la última de las grandes bibliotecas de la Antigüedad

Se sabe que Carlomagno obtuvo copias de libros de la Biblioteca Imperial para su palacio de Aquisgrán. Y que tanto los monasterios armenios como las escuelas del mundo musulmán, aunque enemigos de Constantinopla durante muchos siglos, solicitaron y obtuvieron préstamos de libros para copiar.

La Biblioteca envió copias de volúmenes a todas partes del mundo conocido. Un monasterio siciliano del siglo XI, por ejemplo, guardaba copias de autores griegos prácticamente desconocidos en el resto de Europa en aquella época.

A lo largo de los siglos sufrió varios incendios que redujeron su colección. El primero del que se tiene noticia ocurrió en el año 473 d.C. y supuso la pérdida de muchos volúmenes.

La Biblioteca Imperial de Constantinopla, la última de las grandes bibliotecas de la Antigüedad

Después de la captura de Constantinopla por los cruzados en 1204, se perdió todo rastro de la biblioteca. Es probable que en uno de los tres incendios que asolaron la ciudad durante el ataque muchos manuscritos se vieran afectados, como también lo es el hecho de que los francos y venecianos, que se dedicaron a saquear la ciudad, se llevaron cuantos pudieron. P>

El emperador Miguel Paleólogo restableció la Biblioteca Imperial alrededor del año 1360 d.C. en un ala del palacio, pero seguramente para entonces los fondos ya eran mucho menores que el esplendor de los primeros tiempos.

Nunca se han encontrado manuscritos pertenecientes a la Biblioteca Imperial. Ni siquiera en el año 1800, cuando los turcos permitieron el acceso al Serrallo, supuesto depósito de los textos supervivientes tras la conquista otomana. Por este motivo, algunos expertos dudan de que alguna vez existiera una Biblioteca Imperial de Constantinopla similar a la de Alejandría, concentrada en un solo edificio.

La Biblioteca Imperial de Constantinopla, la última de las grandes bibliotecas de la Antigüedad

De lo que sí hay constancia es de la existencia de numerosas bibliotecas eclesiásticas y monásticas, que podrían albergar parte de la colección imperial. Según Michael H. Harris, de una forma u otra la Biblioteca Imperial sobrevivió hasta la captura de la ciudad por los turcos otomanos en 1453.

Tras la desaparición de la Gran Biblioteca de Alejandría, y de las de Pérgamo y Antioquía, la de Constantinopla conservó los conocimientos griegos y romanos durante más de mil años. La mayoría de las obras griegas clásicas que han sobrevivido hasta nuestros días procederían de copias bizantinas realizadas en la Biblioteca Imperial de Constantinopla.


Fuentes

Historia de las Bibliotecas del Mundo Occidental (Michael H.Harris) / Las Bibliotecas del Mundo Bizantino (Nigel G.Wilson) / Preservando el patrimonio intelectual (Knut Kleve) / La Biblioteca Imperial de Constantinopla (Koldo Gondra del Campo) / Wikipedia