Por Rainer Sousa
El uso del vidrio existe desde hace mucho tiempo en la historia de la humanidad. Ya en la antigüedad, los egipcios y los romanos utilizaban técnicas que requerían la cocción de arena y óxidos a alta temperatura. Aunque ya conocido, el vidrio tendría una mayor importancia cuando la arquitectura de la Baja Edad Media lo incorporó en la fabricación de vidrieras. En aquella época, la gran estatura de las iglesias requería enormes ventanales de cristal para solucionar los problemas de iluminación.
Para crear un vitral, era necesario que un pintor dibujara el diseño que se aplicaría sobre el vidrio. A menudo con un tema religioso, el diseño fue recortado de diferentes trozos de papel, que encajaban perfectamente en el marco de hierro que sostendría las piezas de vidrio. Mientras tanto, varias sesiones de calentamiento prepararon el vidrio para que asumiera las formas y colores acordes con el proyecto ejecutado inicialmente.
Además del vidrio, los vidrieros realizaron otra delicada tarea:fundir y modelar los llamados perfiles de plomo. Una vez más, cada subdivisión del marco debe seguir estrictamente el diseño sugerido. Después de toda esta preparación, los trozos de vidrio coloreado se calentaban hasta alcanzar su punto de rotura. Con un lápiz con punta de diamante, el artesano cortaba el vidrio, lo encajaba en el marco y utilizaba una masilla que evitaba que el agua atravesara el vitral.
Después de que estuvo listo, el enorme ventanal fue transportado en carros que lo llevaron a la iglesia en construcción. Desde una perspectiva histórica, el uso de vidrieras indicó un período de prosperidad económica y la consolidación de una clase de trabajadores calificados en toda Europa. Al mismo tiempo, podemos ver que los diseños de vitrales sirvieron como medio para reafirmar el poder clerical y difundir las narrativas bíblicas y hagiográficas de la época.