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Fidias, en griego antiguo Fidias (Atenas, c. 490 - Olimpia, ap. 430), fue un escultor del primer clasicismo griego.
Hay pocos detalles sobre la vida de Fidias. Nacido en Atenas poco después de la batalla de Maratón, fue alumno de Hegias y aprendió la técnica del bronce en la escuela de Argos, al mismo tiempo que Mirón y Policleta. Realmente parece haber comenzado su actividad en el año 464.
Su primera obra importante fue una colosal Atenea Promachos, para la Acrópolis, en 460. Luego, Pericles lo eligió para ejecutar las estatuas para el Partenón, pero también para supervisar todos los trabajos de escultura. Él mismo realizó la estatua criselefantina, es decir de oro y marfil, de Atenea Partenos, dedicada en 438, y realizó modelos para los dos frontones, las 92 metopas y el friso. Supervisó de cerca su ejecución en su taller, antes de partir en 437 hacia Elis y Olimpia, donde produjo su Zeus criselefantino, una de las Siete Maravillas del Mundo.
Cuando regresó a Atenas en 433, fue víctima de una maniobra destinada a desacreditar, a través de él, a su protector Pericles. Primero se le acusa de haber robado parte del oro de Atenea Partenos. Después de ser exonerado mediante el pesaje de los elementos de oro, es nuevamente acusado, esta vez de impiedad:efectivamente se representó, con Pericles, en medio de la amazonomaquia, en el escudo de la diosa. Encarcelado y luego, en el año 430, exiliado a Olimpia, donde murió.
Trabajo
El estilo de Fidias, mejor representante del clasicismo temprano, se caracteriza por una representación realista de la anatomía humana, pero idealista por su ideal de majestuosidad y serenidad. En palabras de Edmond Lévy, logra así "una sutil síntesis de poder arcaico y armonía clásica".
Sus bajorrelieves destacan por el rigor de su composición y su preocupación por el ritmo:desprendiéndose de la estática de los grandes frisos orientales, Fidias introduce en las escenas contrapuntos (personajes al revés, a contracorriente) y juega con Líneas curvas, divergentes y convergentes. Consigue separar y estratificar bien a sus personajes, dando la impresión de una multitud de individuos y no de un grupo indiscernible. La minuciosidad de las representaciones (vemos las venas salientes del caballo de Selene en el frontón oriental, que representa el nacimiento de Atenea) hace de cada tema una auténtica escultura.