Los jenízaros (en turco “Yeni Çeri”, literalmente “nueva milicia”) eran, en el apogeo del Imperio Otomano, la élite de la infantería.
La creación de este cuerpo de ejército jenízaro responde a las ambigüedades relativas a la aplicación de la Sharia y a las realidades de la conquista otomana iniciada bajo Orhan. Si la Sharia prohíbe la esclavización de niños y hombres musulmanes, los esclavos cristianos, capturados muy jóvenes, entrenados e islamizados, eluden el problema dogmático. Además, el ejército otomano, heredero de las tradiciones militares turco-mongolas, no tenía infantería, por lo que los jenízaros formaron la columna vertebral del ejército y demostraron su valor, especialmente en la batalla de Nicópolis en 1396 contra la cruzada húngara.
Creado en 1334 por Orhan, segundo sultán otomano, el cuerpo de jenízaros estaba formado exclusivamente por niños cristianos, ya fueran prisioneros de guerra o reclutados entre las tribus, a razón de uno de cada cinco hijos. Esta práctica se llamó devchirmé ("recoger" en turco). Por lo tanto, los jenízaros podrían provenir de familias cristianas griegas, búlgaras, serbias, rusas, ucranianas, rumanas, albanesas, húngaras, armenias o georgianas.
El imperio mató así cuatro pájaros de un tiro:
* fortalecer su ejército;
* debilitar a sus súbditos cristianos potencialmente rebeldes;
* evitar reclutar desde el corazón de su población musulmana;
* convertir a estos soldados al Islam, y así intentar acelerar la conversión total de la población. El único ejemplo de éxito real son los albaneses, católicos y ortodoxos antes de la conquista otomana y hoy 75% musulmanes. Un contraejemplo es Vlad III el Empalador Drácula, quien masacró a miles de turcos para, se dice, vengar su tiempo en esta milicia.
Los jenízaros rápidamente adquirieron el papel de “guardia pretoriana”, con las consiguientes implicaciones políticas (especialmente en las crisis de sucesión). Se convirtieron en un poder dentro de la corte del sultán y las reformas decididas por el sultán nunca afectaron sus privilegios. Cuando el sultán Selim III quiso reprimirlos, fue asesinado. El deseo del sultán Mahmud II de modernizar su ejército provocó una rebelión de los jenízaros. El sultán los hizo ejecutar (1826) y su institución fue disuelta. Los ejércitos occidentales temían a los jenízaros porque empuñaban mosquetes y sables.
Los jenízaros estuvieron presentes en Argelia donde, a través del matrimonio con mujeres indígenas, dieron origen a la comunidad de Kouloughlis (del turco Köl oǧul:hijo de un esclavo).
Su simbolismo y sus grados estaban asociados a la cocina; los oficiales llevaban un cucharón en el tocado, la sopera sagrada era venerada (los infieles que la tocaban eran ejecutados por sacrilegio, siendo derramarla un signo de revuelta), y el sultán era llamado "padre adoptivo". El estandarte jenízaro estaba coronado por una mano dorada que sostenía una copia del Corán escrita por un personaje histórico.
A medida que su poder seguía creciendo, el sultán prendió fuego a su escuela en 1826 y los masacró a todos. Lo más sorprendente es que nunca tuvieron la idea de rebelarse contra sus secuestradores, en lugar de masacrar ellos mismos sus propias aldeas.