Corriente en la que la palabra es símbolo, el simbolismo se extiende a caballo entre los siglos XIX y XX. Marca el comienzo de la Edad de Plata y conduce a una nueva era que rápidamente domina la literatura rusa durante casi veinte años. Si la corriente simbolista está encabezada en Francia por poetas como Mallarmé, Baudelaire y Rimbaud, en Rusia existe principalmente bajo la pluma de Valéri Brioussov, Andreï Biély y Vladimir Soloviev. Ya no se trata para estos poetas de representar la realidad como lo hacía hasta entonces el realismo, sino de revelar el mundo como un profeta, explorando los misterios que lo componen, y esto sólo es posible a través de un símbolo.
El simbolismo ruso contribuye a la comprensión del mundo. Esta corriente incluye tanto a pensadores como a filósofos. Volvemos a sumergirnos de nuevo en las novelas de Dostoievski. También nos inspiramos en los poetas franceses, que se convierten en un referente en Rusia. A partir de entonces, el arte adquirió un lugar inconmensurable y se volvió imprescindible en la vida cotidiana... antes de experimentar movimientos rivales.
Durante la Edad de Plata nacieron dos movimientos contemporáneos del Simbolismo:el acmeísmo incluye a los grandes autores del siglo XX poco o nada publicados en aquella época, como Mijail Kuzmin, reconocido retrospectivamente como el mayor poeta de la Edad de Plata. El acmeísmo considera al poeta como un artesano. El futurismo, la segunda corriente que compite con el simbolismo, es un movimiento de vanguardia anticonformista. En busca de lo primitivo, el futurismo busca sacar a relucir el “sentido puro” e inventa la abstracción, así como nuevos objetos y palabras, deconstruyendo formas. Los simbolistas ya no son populares y las corrientes emergentes los perciben como pequeño burgueses. El futurismo se preocupa por rechazar el significado para quedarse sólo con el sonido, por lo que la palabra es autónoma. Esta corriente cruzará la revolución de 1917.
1910 marca la crisis del simbolismo, sustituido por nuevas corrientes como el cézanismo, el cubismo o el rayonismo, todos ellos basados en la importancia de la forma. Diez años después, el constructivismo, basado en el principio de la palabra como elemento básico, está ganando reconocimiento entre los movimientos de vanguardia. El simbolismo está destronado.