En 1936, Léon Blum concibió, nada más llegar al poder, una política nueva, realista y coherente, teniendo en cuenta las lecciones de la experiencia. Se fomentará fuertemente la asimilación en las colonias que ya están muy comprometidas con este camino. En cambio, la asociación más amplia se practicará lealmente en los protectorados y territorios bajo mandato. Por último, la política francesa será coordinada y armonizada en las regiones islamizadas.
En consecuencia, el Presidente del Consejo creó un Alto Comité Mediterráneo. Desarrolló con Maurice Viollette, ex Gobernador General de Argelia, un proyecto que acercaría al electorado un primer tramo de 25.000 musulmanes argelinos manteniendo su estatus personal. Su secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Pierre Viénot, negocia acuerdos con Siria y el Líbano que dan a estos países, muy avanzados y bajo mandato, una independencia casi total, manteniéndolos al mismo tiempo en la zona de influencia de Francia. .
Se establecen contactos en Túnez con el Neo-Destour de Habib Bourguiba. Marius Moutet, ministro de ultramar de Francia, creó una comisión de investigación, que habría sido más justa y felizmente llamada comisión de reforma, e hizo que el gobernador Delaviignette, de espíritu liberal, estudiara un vasto programa de obras locales. , útil sobre todo para los nativos. En Marruecos, el general Charles Noguès, nombrado residente general por Léon Blum, renovó muy buenas relaciones con el sultán Sidi Mohammed y desarrolló, de pleno acuerdo con él, un importante programa de reformas políticas, administrativas, financieras y económicas. Por último, Pierre Viénot, Robert Montagne y Sébastien Charléty, rector de la Academia de París, inauguraron en París el Centro de estudios avanzados de la administración musulmana (C.H.E.A.M.), donde administradores y funcionarios civiles y militares del norte de África se enfrentarán, con sus sus homólogos en Siria
y Líbano, su experiencia en los países musulmanes.
Todo este buen esfuerzo fracasa debido a la coalición de la derecha clásica, de ciertos radicales, representantes de grandes intereses económicos, con los socialistas locales, portavoces de los "pequeños blancos", amenazados en sus privilegios. Sólo quedan, tras la caída del gabinete de Léon Blum, el Alto Comité Mediterráneo, obra del general Noguès en Marruecos, y el C.H.E.A.M.