Historia antigua

Edicto de Milán

En el Imperio Romano, los cristianos han experimentado diferentes oleadas de persecución desde el incendio de Roma bajo el emperador romano Nerón en el año 64 d.C. El emperador Galerio, aunque perseguidor de estos creyentes durante su reinado, publica, en su lecho de muerte y sin haber consultado previamente a los tetrarcas con los que gobierna (Constantino, Lucinio, Maximino Daïa), el 30 de abril de 311, el edicto de Sardica. Este texto, también conocido como "edicto de tolerancia", reconoce la existencia de esta nueva religión y pone tácitamente fin a las persecuciones así como a la veneración del culto al emperador romano por los cristianos, que deben, a cambio, Ora por la salvación del imperio.

313

Edicto de Milán

Personajes

Constantino I st

Lucinio

Galera

Procedimiento

Sucediendo a Galerio, el emperador Constantino continuó la política religiosa de tolerancia que había emprendido su predecesor. Constantino, único emperador de Occidente, se alía con Lucinius, que dirige una parte del Imperio de Oriente (la otra está gobernada por Maximin Daïa). Se reúnen entonces en Milán para establecer la paz religiosa en el Imperio. El 13 de junio de 313 concedieron así mediante una circular, el impropiamente llamado "Edicto de Milán", la libertad de culto de cada individuo en todo el Imperio Romano. Este texto es, por tanto, fundacional porque legitima las diferentes religiones y en particular la religión cristiana. Implica también la devolución a los cristianos de los bienes que les han sido confiscados (propiedades, libros, etc.). Esta circular también implementa el edicto de Galerio, hasta ahora no respetado.

Consecuencias

El edicto de Milán, publicado el 13 de junio de 313, marca una profunda conmoción en el Imperio Romano porque no sólo confirma el fin de las persecuciones a los cristianos (oficialmente prohibidas desde el edicto de Galerio) sino que autoriza la libertad de su culto. pero, sobre todo, al conceder esta libertad, este edicto hace de la religión un asunto personal y privado, y ya no una señal de identidad de pertenencia a un pueblo. De este modo, la religión está disociada de la ciudadanía. Además, si para Lucinius el edicto de Milán es una culminación, para Constantino, por el contrario, marca el inicio de las reformas que se compromete a realizar y que llevará a cabo en particular cuando dirija el imperio reunificado (consejo de Nicea en 325, etc.).


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