En Rennes se descubrió una tumba de soldados enterrados en el convento jacobino e identificados como pertenecientes al ejército real • INRAP / SERVICE DE PRESSE
Recientemente se han encontrado huellas del último acto de la guerra en Bretaña con la identificación de dos fosas comunes en Rennes. Están ubicados en el convento de los Jacobinos, excavado en 2013 antes de su transformación en centro de congresos. Al finalizar los trabajos, los arqueólogos del Inrap (Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas) desenterraron dos tumbas, una con 4 restos y la otra con 28 esqueletos.
Enemigos uno al lado del otro
Estos no habían sido arrojados al suelo de ninguna manera, porque fueron depositados de manera ordenada. Para saber quiénes eran estos hombres enterrados, los investigadores realizaron dataciones con carbono 14 y análisis isotópicos que revelaron que se trataba de soldados con rastros de heridas. Sólo una guerra corresponde al tiempo y al lugar:el sitio de Rennes en 1491. El estudio isotópico permite encontrar el origen geográfico de los difuntos (la proporción de los elementos contenidos en los dientes o en los huesos varía según las regiones); 3 de los 4 fallecidos en el primer foso son bretones, mientras que los otros 28 esqueletos corresponden a soldados de distintas regiones francesas (Alpes del Norte, Valle del Ródano, Poitou, Normandía, etc.). Eran, por tanto, combatientes del ejército real, embarcados en una guerra por el control de Bretaña.
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En el día 15 th En el siglo XIX, el ducado de Bretaña, una región próspera, se convirtió en un estado principesco independiente del reino de Francia. El duque Francisco II quiere que sus hijas le sucedan al frente del ducado, pero el rey de Francia, Carlos VIII, también reclama la región. La guerra estalló en 1487. Las tropas francesas, reuniendo casi 15.000 hombres, entraron en Bretaña contra los 16.000 hombres del duque. Los ejércitos reales toman las ciudades una tras otra. En 1491, con 50.000 hombres, sitiaron Rennes. La guerra termina con el matrimonio de Ana de Bretaña, hija de 14 años de Francisco II, y Carlos VIII. A partir de entonces, Bretaña, vinculada a Francia, perdió su autonomía.