El enorme desarrollo económico y comercial que habían experimentado las colonias americanas durante los siglos XVII y XVIII se debió al sistema de plantaciones masivas de productos consumidos por el mercado europeo, y al comercio de esclavos. Sin embargo, comenzaron a surgir discrepancias entre los productores criollos y la metrópoli, en cuanto a la explotación de las riquezas que se extraían de las Indias.
Los desacuerdos se agudizaron en el siglo XVIII, por lo que la nueva dinastía borbónica, más centralista que la de los Austrias, pero dotada de una plétora de consejeros ilustrados, emprendió una serie de reformas para neutralizar las manifestaciones más virulentas del antagonismo latente entre criollos. y peninsular.
En la segunda mitad del siglo XVIII, América se había convertido para los Borbones en uno de sus tesoros más preciados y una de las inversiones que más ingresos les reportaba.
Situación política
Carlos III gobernó el imperio bajo la égida del Despotismo Ilustrado, un ideal político de la Ilustración del siglo XVIII, preocupado por elevar el nivel económico, social y cultural del pueblo, con un incipiente sentido de la democracia, aunque controlado desde arriba por las clases dominantes. . aristócratas de la época. Su máxima podría expresarse en "Todo para el pueblo pero sin el pueblo". Para ello se rodeó de ministros capaces como Florida-blanca, Campomanes y el Conde de Aranda, quienes enviaron, en respuesta a las señales de alarma que se percibían en América, gobernantes capaces y decididos como el virrey Vértiz al Río de la Plata. región y el Marqués de la Torre, a la Capitanía General de Cuba.
Situación económica
Gracias a la promoción de las Sociedades Económicas de Amigos del País, las colonias obtuvieron un enorme auge. Sus arquitectos llevaron a cabo, como en la península, los nuevos trazados de las importantes ciudades americanas, a las que dotaron de amplias avenidas ajardinadas. El cada vez más próspero comercio se dotó de una regulación, que permitía los intercambios con todos los puertos de España y sus colonias, aunque no con los de otros países.
Sistema de Cohesión Interna
Así, el Conde de Aranda previó el establecimiento de algunas reformas fundamentales. Propuso la creación de tres reinos en Perú, México y Costa Firme, unidos por estrechas alianzas (cada uno bajo la corona de un infante de Borbón) tanto con Francia como con España, conservando el rey su título de emperador. Este sistema, según Aranda, garantizaría la cohesión interna de cara al futuro. Pero los dirigentes de la Península, temerosos de una secesión ante la autonomía federal que implicaba el proyecto, lo rechazaron.
Situación social
La sociedad estadounidense era muy diferente de la sociedad europea, en la que ya existía una homogeneidad étnica y, sobre todo, cultural y política. En la cima de la pirámide social americana estaban los españoles peninsulares, que gozaban de posiciones privilegiadas y de los puestos más altos. Inmediatamente debajo quedaron los criollos o españoles nacidos en América, relegados por los peninsulares, a pesar de que muchos de ellos, procedentes de la explotación de encomiendas, esclavos y haciendas, eran inmensamente ricos y, en ciertos casos, nobles. Los criollos los llamaban despectivamente gachupines, chapetones o godos a los peninsulares (según el país), claro reflejo de la rivalidad entre ellos, que no impidió que ambos grupos se mezclaran por matrimonio y, en ocasiones, hicieran causa común contra negros e indios. Los esclavos, gran temor de los blancos, se prestaban, servían en las categorías más bajas y en las tareas agrícolas más pesadas. Mientras tanto, los negros libres y toda clase de mulatos no se sentían pertenecientes a ningún grupo social. Los indios, sujetos a onerosos impuestos, eran explotados en las minas y en trabajos artesanales-industriales, como los molinos. Sin embargo, los mestizos de indios y blancos constituían una aristocracia proletaria que desempeñaba trabajos más importantes como el servicio en la milicia local.
Puestos Públicos
Ni criollos ni mestizos podían aspirar a ningún puesto de importancia; Además, estuvieron sujetos a una rígida censura, la vigilancia de la Inquisición y la prohibición de adquirir determinados libros.
La administración borbónica, al igual que la administración francesa de Luis XIV, sometió al imperio americano a un centralismo excesivo. El poder recayó en los virreyes, quienes relegaron a los cabildos a un papel representativo.
Educación
La educación primaria fue abandonada y la educación superior fue limitada y mediatizada. La falta de prensa regular impidió que los niños de las colonias expresaran sus opiniones, como ya ocurría en los países más avanzados de Europa.
Principales causas de los movimientos precursores
La injusticia prevaleció en todo lo que concernía a la situación económica. La agricultura estaba dirigida por España, que exigía plantar lo que le interesaba; de aquí parte el monocultivo que aún afecta a muchos países latinoamericanos. Las colonias debían vender sus cosechas únicamente a las metrópolis, muchas veces bajo el sistema de estanco (verdaderos monopolios), como el del tabaco, donde el único beneficiario era la empresa estanco peninsular.
El comercio, obstaculizado porque los productos sólo podían venderse en los puertos de la Península (especialmente Cádiz y Sevilla), perdió cosechas enteras por la saturación del mercado español y la imposibilidad de dar salida a sus excedentes en otras naciones.
La industria naciente languideció, desprotegida; los ingresos públicos se destinaban al desarrollo de las metrópolis y de ellos, sólo una pequeña parte se destinaba al mejoramiento de las colonias.
Las clases bajas se vieron abrumadas por onerosos impuestos, que no les permitieron salir de la pobreza. El estanco y los impuestos sobre productos como el tabaco, la sal o el brandy disgustaban a las clases bajas. Las clases altas criollas también sufrieron esta política, que les impidió desarrollarse económicamente; no podían invertir, mejorar ni comerciar con extranjeros. Por todo ello, la situación llegó a una crisis durante el siglo XVIII.
movimientos precursores
Algunas de las primeras manifestaciones violentas tuvieron lugar en la última colonia que España mantuvo en América, Cuba. Los vegueros de Jesús del Monte, cerca de La Habana, se rebelaron contra el gravoso estanco en 1717, acción que repitieron en 1723 y que los soldados reprimieron brutalmente colgando a los rebeldes de los árboles a lo largo de los caminos locales, como burla y ejemplo para los demás. Sin embargo, este levantamiento no adquirió un carácter independentista, quedando dentro del ámbito de una reivindicación económica.
Levantamiento de Antequera
El gobernador del Paraguay, apoyado por los jesuitas, cometió abusos en el comercio de la yerba mate, del que obtuvo importantes ingresos. Los vecinos demandaron ante la audiencia de Charcas, que envió al investigador Antequera, un panameño honesto, quien depuso al gobernador. No vencido éste, consiguió que el virrey lo sustituyera. El investigador, apoyado por el consejo de Asunción y por el pueblo, invocó la superioridad del pueblo sobre las decisiones reales y formó un ejército que derrotó a las tropas realistas y jesuitas en 1724. El virrey del Perú envió una tropa desde Buenos Aires que capturó a Antequera, que fue condenado a muerte, acusado de lesa majestad, y asesinado antes de llegar al cadalso, temiendo sus guardias que el pueblo lo rescatara.
Años más tarde, durante el reinado de Carlos III, aunque se recuperó la memoria, las ideas de Antequera no se detuvieron en Paraguay y repercutieron en los habitantes de la provincia rioplatense de Corrientes, quienes se alzaron en armas en 1732 y 1764 y se negaron a luchar. . a los miembros de la comunidad paraguaya. Enviados a la frontera contra los guaraníes sublevados, desertaron en su mayoría. El gobernador de Buenos Aires ordenó la movilización de los correntinos para detener a los fugados, pero estos se negaron a hacerlo. El gobernador entonces cedió, permitiendo que los rebeldes y desertores ganaran.
Levantamiento del indio jacinto yucateco en Nueva España
Las reacciones populares también se produjeron en el Virreinato de Nueva España. El más importante fue el del indio yucateco Jacinto, quien se rebeló con sus hermanos de raza y derrotó a una pequeña tropa. Reunió a miles de indios harapientos que, a pesar de su número, fueron derrotados por un ejército realista de dos mil hombres.
Manuela Beltrán levantamiento en Nueva Granada
A finales del siglo XVIII se produjeron otras manifestaciones de rebelión contra el poder metropolitano. En 1780 estalló el movimiento comunero de Nueva Granada, debido al incremento del estanco y la alcabala de jabón y sal. El levantamiento estuvo encabezado por Manuela Beltrán quien, al entrar al ayuntamiento para destruir el edicto que exigía impuestos extraordinarios, fue imitada por todo el pueblo. Se formó un ejército de veinte mil rebeldes mal armados que, encabezados por el mestizo Galán, liberaron a los esclavos y se proclamaron comunero.
Una hábil mediación de la Iglesia logró que los rebeldes depusieran las armas a cambio de unas capitulaciones en las que se acabó el estanco, se redujeron los impuestos y se dio a los criollos el derecho a ocupar algunos puestos.
El virrey, desconociendo la paz que había sido difícil lograr por parte del prelado, envió un regimiento desde Cartagena a Bogotá, lo que produjo una nueva insurrección encabezada por Galán, que fue duramente reprimida.
Levantamiento de Túpac Amaru II
El más importante de todos los levantamientos, el de Túpac Amaru II, fue simultáneo al de los comuneros de Nueva Granada. José Gabriel Condorcanqui, de la aristocracia inca, afirmó ser descendiente del inca Huayna Capac y, cansado de la explotación a la que eran sometidos sus hermanos, arrestó al alcalde de la zona en 1780 y lo hizo ahorcar. Formó un ejército de unos siete mil quechuas, se proclamó Inca Túpac Amaru II y marchó sobre el Cuzco, donde derrotó a las primeras tropas que lucharon contra él. Los virreyes de Lima y Buenos Aires concentraron un ejército de dieciocho mil hombres, con los que dispersaron a los rebeldes. Tupac Amaru fue detenido y condenado a acuartelar cuatro caballos atados a cada una de sus extremidades.
La rebelión de Túpac Amaru nació condenada al fracaso. Mientras el movimiento comunitario de la Nueva Granada parecía más criollo y reivindicativo que secesionista, el de Tupac, esencialmente indio, buscaba restaurar la identidad del imperio inca, pero sin contar con los criollos, a quienes los indios miraban con recelo.
RepercusióndelaRevoluciónNorteamericana
La revolución en América del Norte tuvo repercusiones en todo el continente y marcó el triunfo de dos siglos de pensamiento antiabsolutista. Los orígenes ideológicos del cambio en Hispanoamérica tenían sus raíces en el pensamiento inglés y la Ilustración francesa del siglo XVIII.
Se abonó el terreno para que las nuevas publicaciones (prohibidas por el Tribunal del Santo Oficio y las autoridades monárquicas) dieran frutos en el ánimo de los criollos. Leían panfletos, documentos, libelos, cartas y traducciones prohibidas que inflamaban sus espíritus. El pueblo y los trabajadores, generalmente analfabetos, no conocían el pensamiento ilustrado de la época, pero se sumaron al movimiento independentista, con la esperanza de una vida mejor.
La Carta a los hispanoamericanos del padre Vizcardo, jesuita arequipeño, incitó a la rebelión contra el poder constituido. Un célebre discurso cuyas copias circularon clandestinamente por todo el virreinato del Perú, fue pronunciado por Baquíjano, en forma de alegato criollista.
La Ilustración en América y los Precursores
El espíritu de la Ilustración residió en la intelectualidad criolla, que conoció en secreto a Montesquieu, Voltaire, Locke y Rousseau. La Enciclopedia de Diderot y d'Alembert también obtuvo resonancia . Las ideas patrióticas comenzaron a florecer en precursores de la independencia como Fray Servando Teresa de Mier (en México), Camilo Torres (en Colombia) y Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo (en Ecuador). El chileno Manuel de Salas y el peruano Victoriano de Villava atacaron las lacras sociales que afectaban a la sociedad colonial. En el Río de la Plata, Manuel Belgrano y Mariano Moreno , colaboró en la creación de una conciencia nacional argentina.
Manuel Gual y José María España conspiraron en Venezuela para lograr el libre comercio con todas las naciones y abolir la esclavitud, pero fueron traicionados y ejecutados en Caracas en mayo de 1799.
Antonio Nariño
Antonio Nariño, natural de Nueva Granada, influido por el espíritu revolucionario, se convirtió en una figura imprescindible para los hombres de su época, forjándose una reputación de intelectual impecable, al que asistía la juventud más radical. Tradujo y difundió la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa. Detenido y juzgado sumariamente, ordenó su prisión en Cartagena y la pérdida de sus bienes. Traslado a Cádiz en barco, logró escapar y se refugió en París y Londres, donde intentó ganar adeptos para la causa de la libertad sudamericana. Regresó clandestinamente a Nueva Granada en 1797 pero luego de innumerables incidentes fue encarcelado en Cartagena de Indias.
Recuperó su libertad en 1810, cuando estallaron los conflictos con la metrópoli y desde entonces se ha convertido en uno de los jefes fundamentales del movimiento independentista local.
Francisco de Miranda
Otro precursor fue Francisco de Miranda, nacido en Caracas en 1756. Estudió en la universidad e ingresó al ejército real, donde alcanzó el grado de capitán. Luchó en las islas del Caribe contra el ejército británico y en Florida, en representación de los colonos de América del Norte, a donde se trasladó tras dejar el ejército. Su espíritu aventurero lo llevó a Europa, donde disfrutó de las atenciones de la corte rusa de Catalina II y de la sociedad parisina. cuando el estallido
Revolución Francesa, la Convención lo encarcela.
Una vez liberado, se dedicó de lleno a la obra que planeaba para su América natal. Quería establecer un gran estado confederal, que se extendiera desde México hasta Tierra del Fuego, bajo el liderazgo de un Inca, que gobernaría ayudado por dos cámaras legislativas y órganos consultivos. Para ellos buscó el apoyo de Pitt en Inglaterra y de Jefferson y Madison en Estados Unidos. Sin embargo, la expedición que salió de Nueva York (1806) y desembarcó en las costas de Coro fracasó, ya que el pueblo no lo apoyaba. Sus hombres lo entregaron a las autoridades inglesas en las Indias Occidentales Británicas, pero su amigo, el marinero Thomas Cochrane, más tarde una figura destacada en Chile, lo salvó de la cárcel. Miranda logró ver parcialmente realizado su sueño. Dirigió a los insurgentes venezolanos, hasta que tuvo que capitular en San Mateo, ante la superioridad de las tropas de Domingo Monteverde, encerrado en Puerto Cabello y en Puerto Rico, murió prisionero en el Arsenal de La Carraca (Cádiz) en 1816.
Abdicación de Bayona
Las ideas de estos hombres facilitaron el acceso a la independencia de las colonias hispanas de América y la conciencia previa de todas las clases sociales.
En España, el rey abdicó en favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón, y se produjeron los incidentes del 2 de mayo de 1808.
Conocedores en América de las novedades y de la existencia de una Junta Suprema Central que no reconocía la nueva monarquía impuesta, se vieron ante el dilema de elegir entre la Junta y la obediencia al hermano de Napoleón. Las asambleas criollas optaron por crear Juntas de Gobierno locales para cubrir el vacío de poder. Sin embargo, estallaron en ellos serias disputas, hábilmente aprovechadas para la secesión.
Las independencias americanas no resultaron producto de una acción común combinada, sino que vivieron dos períodos, divididos por el restablecimiento de Fernando VII. El primer periodo, de 1810 a 1815, coincide con la Guerra de la Independencia Española y la restauración absolutista de Fernando VII. El segundo, de 1816 a 1826, abarca el primer y segundo periodo absolutista ("Década Ominosa"), separados por la "Década Liberal". trienio» de 1820 a 1823.