Hacinamiento y condiciones insalubres: Los barcos de esclavos a menudo estaban superpoblados, con cientos de hombres, mujeres y niños esclavizados hacinados en espacios pequeños y mal ventilados debajo de la cubierta. Los barcos carecían de higiene y saneamiento adecuados, lo que provocaba la propagación de enfermedades. El hacinamiento y la mala ventilación contribuyeron a la rápida propagación de enfermedades infecciosas como la disentería, la viruela, el sarampión, la fiebre amarilla y la malaria, provocando un elevado número de muertes entre los esclavos.
Falta de comida y agua: A los esclavos se les dio poca o ninguna comida ni agua durante el viaje. La calidad y cantidad de los alimentos proporcionados eran insuficientes y a menudo estropeados. La insuficiencia de alimentos y agua, junto con las condiciones insalubres, provocaron desnutrición y deshidratación entre los esclavos, lo que aumentó aún más las tasas de mortalidad.
Encadenamiento y tortura: Los individuos esclavizados fueron encadenados con grilletes, cadenas y cuerdas durante todo el viaje. A menudo fueron golpeados, torturados y sometidos a violencia por parte de la tripulación del barco. El trauma físico y psicológico infligido a los esclavos provocó un inmenso sufrimiento y angustia mental.
Duración y duración del viaje: El paso intermedio podría llevar varias semanas o incluso meses. Las horrendas condiciones en los barcos, junto con la duración del viaje, provocaron una importante pérdida de vidas. Se estima que al menos el 10% de los esclavos murieron durante el paso medio, aunque algunos relatos históricos sugieren que el número de muertos fue mucho mayor.
Trauma emocional y psicológico: Ser arrancados por la fuerza de sus hogares, familias y comunidades y sometidos a extrema crueldad y degradación dejó cicatrices emocionales y psicológicas duraderas en los africanos esclavizados. Muchos sufrieron trastorno de estrés postraumático y un trauma duradero que se extendió incluso después de llegar a las costas de las Américas.