En el siglo XIV, el erudito italiano Francesco Petrarca (Petrarca) comenzó a instar a los humanistas a estudiar manuscritos antiguos, aprender griego clásico e imitar el estilo de los autores antiguos. Petrarca argumentó que el estudio de los autores antiguos era fundamental para cualquier intento de comprender la condición humana y alcanzar la excelencia moral, política y literaria.
Siguiendo el ejemplo de Petrarca, otros humanistas emprendieron el estudio de la literatura, la filosofía, la historia y el arte griego y romano antiguo. Redescubrieron y copiaron manuscritos antiguos que se habían perdido u olvidado durante siglos. Fundaron escuelas y bibliotecas para promover el estudio de los clásicos y produjeron nuevas traducciones de textos antiguos al latín y a las lenguas vernáculas.
El estudio de la cultura antigua tuvo profundas implicaciones para el arte, la literatura, la filosofía y la política del Renacimiento. Los artistas comenzaron a imitar los estilos realistas y naturalistas del arte griego y romano antiguo. Los escritores crearon nuevas formas de poesía, teatro y prosa inspiradas en modelos clásicos. Los filósofos revivieron y reinterpretaron ideas filosóficas antiguas. Los pensadores políticos se basaron en teorías políticas antiguas para desarrollar nuevas ideas sobre el gobierno y la sociedad.
El estudio de la cultura antigua también contribuyó al surgimiento del individualismo en el Renacimiento. Al leer y estudiar las obras de autores antiguos, los humanistas adquirieron un sentido de la importancia del logro individual y la autoexpresión. Este énfasis en el individualismo condujo al desarrollo de nuevas formas de arte y literatura que celebraban el talento y la creatividad individuales.