Hubo varias razones por las que el Imperio Romano carecía de un sistema formal de sucesión. Una razón fue que la República Romana, que precedió al imperio, se había fundado sobre el principio del gobierno republicano, en el que el poder se compartía entre un grupo de funcionarios electos. Esto dificultó la transferencia fluida del poder de un líder a otro. Otra razón fue que el Imperio Romano era un territorio vasto y diverso, y era difícil encontrar un solo individuo que pudiera ganarse la lealtad de todas las diferentes regiones y facciones dentro del imperio.
La falta de un sistema formal de sucesión fue un factor importante en la decadencia del Imperio Romano. Condujo a una serie de emperadores débiles e ineficaces, y dificultó que el imperio respondiera eficazmente a los desafíos que enfrentaba.