El dominio árabe comenzó en 711 cuando las fuerzas omeyas lideradas por Tariq ibn Ziyad cruzaron el Estrecho de Gibraltar desde el norte de África y rápidamente conquistaron la mayor parte de la Península Ibérica, que entonces estaba bajo el control del Reino Visigodo. El emirato omeya, más tarde califato, se estableció en Córdoba y amplió su dominio hasta cubrir la mayor parte de la península.
El dominio árabe es conocido por su florecimiento cultural e intelectual, así como por sus logros militares y políticos. Los moros introdujeron muchas tecnologías, innovaciones y prácticas culturales nuevas en la Península Ibérica, incluido el uso del papel, el astrolabio, el molino de viento, la introducción de cultivos de cítricos y el desarrollo de sofisticados sistemas de riego. También establecieron muchas madrasas (escuelas) y centros de aprendizaje, que se convirtieron en centros de actividad intelectual y erudición.
El dominio árabe también tuvo un profundo impacto en la vida religiosa y social de la región. La presencia de musulmanes, cristianos y judíos en la Península Ibérica propició un rico intercambio cultural y una influencia mutua. Sin embargo, también hubo períodos de conflicto religioso y persecución, particularmente durante los últimos siglos del dominio árabe.
El fin del dominio árabe se produjo en 1492 con la conquista del último reino musulmán que quedaba, Granada, por los Reyes Católicos Fernando e Isabel. Esto marcó el comienzo de una nueva era en la historia de la Península Ibérica, así como el inicio de la Inquisición española y la expulsión de judíos y musulmanes de la región.
El legado del dominio árabe en la Península Ibérica todavía se puede ver en varios aspectos de su cultura y patrimonio. Las maravillas arquitectónicas del Palacio de la Alhambra de Granada, la Mezquita-Catedral de Córdoba y otros sitios históricos son recordatorios de la grandeza y sofisticación de la civilización árabe. El idioma español en sí tiene muchas palabras de origen árabe y muchas tradiciones y costumbres culinarias de la región tienen influencias árabes.
En conclusión, el dominio árabe en la Península Ibérica fue un período significativo que tuvo un impacto duradero en la historia, la cultura y la sociedad de la región. Fue un período de grandes logros, intercambio cultural y diversidad religiosa, pero también de conflicto y persecución. El legado del dominio árabe continúa dando forma a la identidad y el patrimonio de la Península Ibérica hasta el día de hoy.