Hace unos 3.000 años, quienes habitaban la zona andina al noroeste de lo que hoy es Argentina crearon un objeto único. Una placa de metal de cobre de 18 por 15 centímetros a la que se le dio la apariencia de una máscara antropomorfa de rostro humano, con ojos, nariz y boca en forma de agujeros.
Fue descubierto accidentalmente en 2005, gracias a una tormenta que lo desenterró, en un lugar donde los arqueólogos también encontraron los restos de 14 personas, en la zona del Bordo Marcial, cerca del pueblo de La Quebrada. Los huesos de los individuos estaban mezclados en una pila, encima de la cual estaba la máscara única.
Desde entonces siguió siendo uno de los muchos objetos metálicos descubiertos en el continente, hasta que el hallazgo fue publicado en 2010 por el Boletín del Museo de Arte Precolombino de Chile.

En julio de 2017, un nuevo estudio publicado en la revista Antiquity Lo consideró el primer objeto metálico creado por el hombre en toda Sudamérica. Es cierto que hay piezas más antiguas, pero ninguna tiene las características de ésta.
Según los autores del estudio, ninguno de estos artefactos ha sido modelado intencionalmente como una forma reconocible, ni fueron perforados o modelados como objetos tridimensionales . Es decir, sería la primera pieza metálica trabajada intencionadamente.
Además, el hallazgo, que data aproximadamente del año 1000 a. C., pone en duda la idea, generalmente aceptada hasta ahora, de que la metalurgia del subcontinente se originó en Perú. Según los investigadores, es muy probable que surgiera en Argentina al mismo tiempo.

La pieza está fabricada en cobre, con impurezas que apenas llegan al 1 por ciento. Para crearlo, según los investigadores, alguien tuvo que martillar el metal en frío y luego recalentarlo.
Esto sería una prueba de que la fundición y el recocido (tratamiento térmico para ablandar el metal y al mismo tiempo hacerlo más fuerte) tendrían sus primeros centros de producción en el noroeste argentino y el norte de Chile.

Tiene nueve pequeñas perforaciones circulares cerca de los bordes, en grupos de dos a cada lado y en las esquinas superiores. Estas perforaciones sugieren que la máscara pudo haber sido unida mediante cuerdas a un objeto más grande hecho de materiales que no han sobrevivido.
Está fracturado y cubierto por una capa de corrosión, que los investigadores han decidido no eliminar para evitar mayores daños al objeto.
Además, en otra tumba contigua, que contenía los restos de un niño de entre 8 y 12 años, se encontró un pendiente de metal perforado, también de cobre y coetáneo a la máscara.