La tragedia ocurrió en el mar de Seto, en Japón, y la víctima probablemente era un pescador:en su cuerpo se registraron más de 790 heridas.
El gran tiburón blanco es posiblemente el responsable de este ataque de hace 3.000 años.
Fue enterrado entre 1370 y 1010 a.C. en el cementerio de Tsukumo. Es un lugar ubicado a 3 km de la ciudad de Kasaoka, establecida en el borde del Mar Interior de Seto, que separa Honshū, Shikoku y Kyūshū, tres de las cuatro islas principales de Japón. Tres milenios más tarde, el esqueleto del individuo, bautizado con el número 24, fue exhumado y transportado a la Universidad de Kioto, donde fue examinado por dos investigadores de la Universidad de Oxford. Sus análisis revelan una historia aterradora...
Gran número de heridas provocadas por un tiburón
Los científicos que examinaron los restos del cuerpo están trabajando en las huellas de traumatismos violentos presentes en los restos de esqueletos de cazadores-recolectores. Y lo menos que podemos decir es que el fin del individuo no. El 24 fue particularmente violento:se registraron más de 790 heridas en su cuerpo. Principalmente en los brazos, una pierna, el torso y el abdomen. No se encontró la otra pierna ni la mano izquierda, que fue cortada.
El esqueleto del individuo #24. Crédito:Universidad de Kioto.
Para explicar lo que le había sucedido, los investigadores enumeraron la lista de depredadores o carroñeros que podrían haber causado tanto daño. Sus sospechas rápidamente se dirigieron hacia los tiburones, pero dada la rareza de los casos arqueológicos de ataques, tuvieron que buscar el apoyo de un experto especializado en ataques de tiburones modernos. La reconstrucción de las heridas y su apariencia permitió afirmar que efectivamente el culpable era un tiburón. Probablemente un tiburón tigre o un gran tiburón blanco.
Atacado vivo, delante de sus compañeros de pesca
La víctima probablemente estaba viva en el momento del ataque, según revelan los autores en un artículo publicado en la revista Journal of Archaeological Science:Reports . De hecho, muestra signos de heridas defensivas. El hombre probablemente estaba pescando en el momento de su fatal encuentro, ya que se sabe que el pueblo Jōmon del que provenía explotaba ampliamente los recursos marinos. El hecho de que su cuerpo haya sido recuperado y enterrado sugiere que tuvo compañeros que presenciaron su muerte. Hoy en día todavía se registran ataques de tiburones en esta zona.