Por Rainer Sousa
Quienes hoy ven la practicidad que ofrecen los libros electrónicos, no pueden siquiera imaginar el largo camino recorrido por los libros en la Historia. Compañeros de la escritura, los libros tuvieron gran importancia para la realización de registros históricos, la recopilación de leyes y la difusión de ideas. Actualmente, la producción de libros ha llegado a tal punto que, por ejemplo, ¡el siglo XX fue responsable de una literatura histórica superior a la de todos los demás siglos juntos!
En el Antiguo Egipto, el antepasado de los libros fue concebido a través del papiro. Convertida en una actividad importante, la escritura sobre papiro era realizada exclusivamente por una clase de escribas encargados de leer y elaborar textos oficiales y religiosos. Los investigadores señalan que los trozos de papiro más antiguos jamás encontrados fueron concebidos tres mil años antes de Cristo. Para organizar estos documentos, las hojas de papiro se clavaron entre sí formando un solo rollo.
Sobre el siglo X a.C. C., la organización de los documentos escritos adquirió mayor funcionalidad con la invención de los pergaminos. A pesar de no tener la misma practicidad que los encuadernados, esta base material fue de suma importancia para la preservación de textos importantes de la antigüedad, como la Santa Biblia y los escritos de algunos pensadores del mundo clásico. Vale la pena señalar que la calidad y resistencia de los pergaminos era superior a la del papiro.
El diseño del libro encuadernado ya se estaba intentando en ese momento. Para ello tomaron los pergaminos disponibles y organizaron cada una de las supuestas páginas. Conocido como códice (códice, en portugués) estas primeras ediciones facilitaron la locomoción y manipulación de los textos escritos. A finales de la Antigüedad, alrededor del año 404, San Jerónimo registró una extensa teoría sobre las formas en que sería posible producir un libro.
En el período medieval, el acceso al mundo alfabetizado estaba prácticamente restringido a los clérigos. Muchos de los libros estaban enclaustrados bajo la protección de los monasterios y su sabiduría se preservaba gracias al arduo trabajo de los monjes copistas. En este sentido, es importante destacar que la Iglesia jugó un papel fundamental en la conservación de diversos textos de la cultura griega y romana. En aquella época era habitual que las llamadas iluminaciones adornaran las notas a pie de página y los párrafos de los libros con bellas imágenes.
En 1454, el proceso de creación y publicación de libros experimentó un salto cualitativo gigante con la invención de la imprenta. Desarrollada por Johannes Gutenberg, esta máquina permitió agilizar el proceso de creación de apuestas. A pesar de la importancia de la hazaña, observamos que en la Edad Moderna la lectura y la escritura todavía estaban ligadas a los privilegios de las élites. Leer y escribir eran placeres todavía destinados a los nobles y burgueses ricos.
El siglo XIX, hijo de las innovaciones tecnológicas, marcó una época de grandes producciones. Vale señalar que el proceso de liberalización de los Estados Nacionales tuvo una gran influencia en la difusión de la educación pública y el consecuente aumento del número de lectores. Con el abaratamiento de los costes de producción, la lectura empezó a llegar a grandes sectores de la población. A partir de entonces, los famosos y todavía muy buscados “best sellers” nacieron. .