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Sobrevivientes de Hiroshima cuentan:Sus cuerpos estaban tan quemados que no podía distinguir a los hombres de las mujeres

Los supervivientes del primer ataque nuclear de la historia, el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, han descrito la "escena del infierno" que vivieron en aquel momento al Papa Francisco, que estaba de visita en Japón para llevar el mensaje del desarme nuclear.

Yoshiko Kajimoto era una colegiala de 14 años, a 2,3 kilómetros de la zona cero, que trabajaba aquella mañana en una fábrica de motores de avión cuando la bomba impactó en Hiroshima a las 08:15 hora local. Vio una luz azul desde la ventana, luego recuerda la oscuridad que lo cubrió todo cuando la fábrica se derrumbó. Luego perdió el conocimiento.

Despertó en un paisaje de total destrucción y desolación, como si fuera de noche a pesar de ser de día, con un "olor a pescado podrido" en el ambiente.

“Donde yo estaba, había gente caminando uno al lado del otro, parecían fantasmas, personas cuyos cuerpos estaban tan quemados que no podía distinguir a los hombres de las mujeres. Estaban desaliñados, con las caras tan hinchadas que habían doblado su volumen, los labios colgando hacia abajo, los brazos extendidos delante de ellos, la piel quemada hecha pedazos."

"Nadie en este mundo puede imaginar una escena del infierno así", dijo la mujer al pontífice.

"En los días siguientes el humo blanco lo cubrió todo:Hiroshima era un crematorio".

Alrededor de 140.000 personas murieron instantáneamente y en los meses siguientes.

La entonces adolescente sentirá alegría, ya que logrará encontrar a su padre que la estuvo buscando durante tres días, pero que, sin embargo, un año y medio después vomitará sangre y morirá por los efectos de la radiación. Su madre soportará durante cinco años la "enfermedad de la bomba atómica", que finalmente la derrotará.

Yoshiko se quedará sola, sin sus amigos, que murieron por los efectos del arma nuclear. Ella misma sufrirá leucemia y cáncer, lo que provocará la extirpación de dos tercios de su estómago.

"Estoy trabajando duro para proclamar que no debemos utilizar estas aterradoras bombas atómicas ni permitir que nadie sufra semejante dolor", dijo Kajimoto a Francisco.

Koji Hosokawa tenía 17 años en 1945 y se encontraba a 1,3 km de la zona cero de la explosión. No pudo asistir a la ceremonia. En su mensaje leído ante el pontífice, invocó el dolor físico de quienes, como él, sobrevivieron, pero también se refirió a los "prejuicios" que los aíslan.

"Creo que todo el mundo debería ser consciente de que las bombas atómicas no sólo afectaron a Hiroshima y Nagasaki, sino a toda la humanidad", escribe el superviviente.