En la era de la prevalencia de las redes sociales como principal medio de comunicación y de la pandemia como condición de distanciamiento social, es legítimo definir constantemente la propia imagen ante el mundo exterior, de acuerdo con lo que uno cree que lo hará atractivo. "Dragón", una película nacida en la mente del legendario escritor Iakovos Campanellis y cobrada vida por la cámara de Nikos Koundouros y la música de Manos Hadjidakis, es una película de 1956 que podría narrar situaciones de hoy.
Una coincidencia diabólica
"Dragón" cuenta la historia de un humilde empleado de banco, Thomas, que se prepara para pasar las vacaciones de Año Nuevo solo cuando se da cuenta con horror de que es idéntico a un villano que los periódicos llaman "El Dragón". Debido al malentendido, la policía lo persigue y se refugia en un cabaret. En una secuencia de coincidencias vestidas con la penumbra negra de la vida nocturna, la pandilla que controla el cabaret se enfrenta al verdadero Dragón y a una bailarina, la llamada Carmen (Marika Lekaki), le gusta y lo protege.
Allí Thomas conoce a Roula (Margarita Papageorgiou), la "bebé", como la llaman, una joven huérfana tras el bombardeo del Pireo, que fue recogida por Carmen y llevada al cabaret. El jefe (Yiannis Argyris), "Gordo" como le llaman, está enamorado de la "bebé", la regaña por celos y no la deja salir de su control. Ella se mueve constantemente con referencias al romance de su "alma infantil" y trata de encontrar grietas para escapar del cabaret y del inframundo, en el que se ve obligada a moverse. La aparición del "Dragón", es decir, Thomas, marca algo nuevo en su vida. Y mientras la gente del cabaret, el propio jefe, lo trata como al notorio villano y considera sus cualidades como un signo de crueldad, Rula, el "bebé", ve en él a un hombre diferente al inframundo al que está acostumbrado. él vive. Su presencia la atrae y la consuela.
"Me gustaría que fueras una persona diferente, una persona normal y corriente, como todos los demás", le confía Rula. "Digamos que soy un simple empleado de banco", responde Thomas alegremente. El plan de vender un pilar de Zeus olímpico a un comprador estadounidense y la implicación de la policía serán los trastornos que provocarán el duro final de esta historia profundamente existencial.
Premios y honores a una historia "profundamente antihelénica"
Ni himnos del público y de los periódicos, ni siquiera un atractivo comercial relevante acompañaron la primera proyección de la película en marzo de 1956. Dinos Iliopoulos en el papel principal, Thanasis Vengos (Spathis), Yiannis Argyris (Fat), Margarita Papageorgiou (To Moro ), aunque colorearon ejemplarmente una historia atemporal con sus interpretaciones, se enfrentaron a acusaciones de los periódicos Estia y Avgi sobre un escenario "antihelénico", e incluso pidieron la intervención del fiscal. La película no tuvo impacto comercial en Grecia, aunque su primera proyección en el Festival de Cine de Venecia estuvo acompañada de una mención especial. Hoy en día está considerada una de las 100 mejores películas europeas del siglo XX (mostrando los dientes también en el siglo XXI).
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