La Batalla Naval de Salamina es conocida por todos y es uno de los ejemplos más famosos de la explotación militar del viento. En todas las exploraciones o campañas de los pueblos, el factor climático y en especial el viento era unas veces aliado y otras veces enemigo. Quienes conocían las condiciones meteorológicas de cada lugar o las corrientes marinas y los vientos, los explotaban no sólo para viajes comerciales sino también para operaciones defensivas u ofensivas. En otras palabras, el factor climático muchas veces actuó como una máquina de "guerra" y cambió la Historia.
Jerjes con sus numerosos barcos enormes y engorrosos bloquea la pequeña flota ateniense de Temístocles en el estrecho de Salamina. Trescientos setenta y ocho trirremes, contra unos mil doscientos barcos persas. Los capitanes griegos quisieron retirarse al golfo Argólico temiendo el poder de Jerjes, pero Temístocles los convenció de permanecer en el puesto que les había sido asignado. Al mismo tiempo, sin embargo, haciendo gala de inteligencia en la guerra psicológica y el contraespionaje, se aseguró de que Jerjes fuera consciente de que los griegos se sentían inseguros y estaban enfrentados entre sí, con el objetivo de atraparlo.
Temístocles conocía las características de los vientos "anuales", pero también de la brisa marina, llamada por los antiguos oritia. Esquilo escribe que la mañana de la batalla naval era soleada, y con este testimonio se excluye cualquier otro tipo de clima salvo el de la brisa marina y la etesia -es decir, el meltemium- que se observan con el cielo despejado. Por otro lado, es seguro que había viento, porque Heródoto señala que el corintio Adeimanto, presa del pánico, izó velas y se apresuró a alejarse.
El día de la batalla naval, donde inicialmente nada se movía, Temístocles envía algunos barcos para hostigar a la vanguardia de la flota persa desde las bahías de Salamina donde se escondía y Jerjes cae en la trampa. Envía sus barcos desde el norte del estrecho para aislar a las fuerzas griegas y, al mismo tiempo, desde el sur, se mueve creyendo que atraparía a la flota ateniense en el puerto persa. Y dentro del estrecho está lo que Temístocles planeó y esperaba.
Al mediodía llegó el famoso viento "anual", el meltemi, como lo llamamos hoy, y sopló con tanta fuerza que los persas fueron completamente derrotados. Los enormes y difíciles de manejar barcos persas no podían maniobrar debido a la estrechez del canal marítimo, y los pequeños y flexibles trirremes de las bahías occidentales de Salamina los embestían constantemente, con el resultado de que los aspirantes a conquistadores quedaron atrapados entre los restos de naufragios que se crearon. Así, de los 1.207 barcos persas -hoy la mayoría de historiadores creen que eran 600.800-, se perdieron 200, así como un gran número de guerreros, muchos de los cuales se ahogaron en el mar al no saber nadar, mientras que de los 378 trirremes , los griegos perdieron 40.
Vea la evolución de la Batalla Naval en el siguiente vídeo:
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