Si bien los niños constituyeron efectivamente una parte importante de la población evacuada, el proceso de evacuación no se limitó sólo a ellos. El gobierno pretendía dispersar a la población civil y reducir la concentración de personas en posibles zonas objetivo para minimizar las víctimas y los trastornos en caso de ataques aéreos.
Se dio prioridad a la evacuación a las mujeres embarazadas, las madres con niños pequeños y las personas con afecciones médicas específicas. Se alentó a las familias a enviar a sus hijos al campo o a zonas más seguras, donde serían acogidos por familias locales o se les proporcionaría alojamiento en centros de recepción designados.
En total, más de 1,5 millones de personas fueron evacuadas de ciudades y pueblos de todo el Reino Unido durante la guerra. Si bien la mayoría de estos evacuados eran niños, el esfuerzo de evacuación abarcó una amplia gama de personas vulnerables que se consideraban en mayor riesgo ante la acción del enemigo.