1. Simonía: A menudo se acusaba a los obispos de vender cargos y puestos en la iglesia por dinero. Esta práctica fue condenada por la iglesia, pero prevaleció durante toda la Edad Media.
2. Pluralismo: Los obispos a menudo ocupaban varios cargos eclesiásticos a la vez, lo que les impedía cumplir adecuadamente con sus deberes en cualquier diócesis. Esta práctica también contribuyó al problema del ausentismo, ya que los obispos que ocupaban múltiples cargos a menudo estaban ausentes de sus diócesis.
3. Mundanalidad: A menudo se consideraba que los obispos estaban demasiado interesados en actividades mundanas, como la riqueza, el poder y el prestigio. Esto llevó a acusaciones de que estaban descuidando sus deberes y responsabilidades espirituales.
4. Corrupción: Los obispos fueron acusados a menudo de corrupción, como nepotismo, soborno y extorsión. Estas acusaciones contribuyeron al declive de la autoridad y el prestigio de la Iglesia a finales de la Edad Media.
5. Falta de educación :Los obispos fueron criticados a menudo por su falta de educación y conocimientos teológicos. Esto les dificultó dirigir y enseñar eficazmente en sus diócesis.
6. Participación política: Los obispos a menudo estaban involucrados en asuntos políticos y luchas de poder, lo que desviaba su atención de sus deberes religiosos.
Estas quejas sobre los obispos contribuyeron a las crecientes críticas a la Iglesia a finales de la Edad Media y sentaron las bases para la Reforma Protestante.