Demanda reducida: La desaceleración económica general y la disminución del gasto de los consumidores provocaron una reducción significativa de la demanda de productos a base de papel. Los menores niveles de publicidad, embalaje y actividades editoriales afectaron la demanda de papel.
Mayor competencia: Ante la caída de la demanda, las empresas papeleras compitieron intensamente para mantener su cuota de mercado y mantenerse a flote. Esta competencia podría haber resultado en guerras de precios, presionando aún más los márgenes de ganancias.
Quiebras y Cierres: La naturaleza grave y prolongada de la Gran Depresión obligó a numerosas empresas papeleras a enfrentarse a la quiebra o incluso a cerrar sus operaciones de forma permanente. Las empresas que dependían en gran medida de industrias que experimentaban un declive significativo, como los sectores automotriz o de la construcción, eran particularmente vulnerables a estas perturbaciones.
Desempleo: La crisis de la industria papelera provocó pérdidas generalizadas de empleos en las zonas afectadas. Las personas que trabajaban en fábricas de papel u ocupaciones relacionadas experimentaron desempleo y dificultades económicas.
Adaptación e Innovación: Algunas empresas papeleras intentaron adaptarse a las difíciles condiciones desarrollando nuevos productos o diversificando sus operaciones. En algunos casos, los esfuerzos de investigación se dirigieron hacia la exploración de fuentes alternativas de materias primas o la mejora de la eficiencia de la producción para reducir costos.