Por Rainer Sousa
En la década de 1880, varios experimentos con imágenes fotográficas indicaron la posibilidad de crear un nuevo arte:el cine. En varias regiones del mundo, los inventores ya pudieron desarrollar máquinas que tomaban fotografías en secuencia que, cuando se exponían rápidamente, daban la impresión de movimiento. Entre los pioneros de esta idea se encontraban los testarudos hermanos franceses Louis y Auguste Lumière.
El 22 de marzo de 1895 organizaron un acto en las instalaciones de la Sociedad Francesa en el que proyectaron para un reducido público la película “La salida de los trabajadores de la fábrica Lumière” . A pesar de ser una función corta de sesenta segundos, la primera “producción cinematográfica” de los hermanos se mostró en varios encuentros públicos, hasta llegar al público general en diciembre de ese mismo año.
En ese primer momento, la tecnología cinematográfica se limitaba a registrar breves escenas de la vida cotidiana. Sin embargo, poco después aparecieron las primeras tramas que tratarían temas históricos y sentimentales. Sin poder reproducir el sonido junto con la imagen, las primeras exposiciones se reconocieron por los gestos exagerados de los actores y el uso de acompañamiento instrumental en vivo.
Como bien sabemos, estos serían sólo los primeros logros de una industria que se volvería sumamente atractiva y rentable. En 1911 se construyó en California, Estados Unidos, un espacio dedicado exclusivamente a la producción cinematográfica. En apenas unas décadas, este espacio conocido como Hollywood se ha convertido en el representante más prometedor de los estudios dedicados al arte cinematográfico.
Sin embargo, ¿cuál sería el destino de la máquina que, por primera vez, mostrara una secuencia de imágenes que daría origen al cine? Inspirándose en el kinetoscopio, invención de Thomas Edison y William Dickinson, los hermanos Lumière realizaron un primer modelo experimental de cinematógrafo en 1894. En esta primera versión, el tiempo de proyección de la imagen era de sólo dieciséis fotogramas por segundo.
Después de algunos ajustes, lograron aumentar el tiempo de grabación y ampliaron la capacidad de proyección de luz de su cinematógrafo. De esta forma, el equipo ganó mayor funcionalidad y pudo obtener una patente exclusiva. Para ello, llevaron a cabo la fabricación de otros modelos similares que acreditarían la autoría del invento de los hermanos.
Incluso hoy en día, algunos de los primeros cines se encuentran muy bien alojados en el Instituto Lumière, ubicado en la ciudad de Lyon, Francia. Según el conservador de este valioso material histórico, el cinematógrafo de los hermanos se encuentra en perfecto estado de conservación y uso. Sin embargo, los responsables del material prefieren dejarlos intactos por su incalculable valor.