Manuel Joaquín Álvarez de Toledo Nació en el seno de una de las familias nobles castellanas mejor posicionadas, los Álvarez de Toledo, siendo hijo único de Duarte Fernando Álvarez de Toledo Monroy y Ayala, que ocupó distintos cargos importantes durante el reinado de Felipe IV, casado con su prima Ana Mónica. de Córdoba Pimentel y Zúñiga. Ambos compartían linaje con la familia Braganza, reyes de Portugal, que tuvo una influencia decisiva en el desarrollo de la carrera política del Conde de Oropesa.
Antes de iniciar su carrera política, el Conde de Oropesa inició una política matrimonial que vinculaba su linaje con el de las familias nobles más importantes de la península, parentesco con casas de la talla de los Braganza. , el Medinaceli y los Ucedas . Este hecho nos resulta revelador ya que nos permite ver cómo se concebía el poder y la política dentro de la nobleza peninsular, donde la proximidad o lejanía de los grandes linajes nobiliarios determinaba el posicionamiento político y social de los individuos.
A esta amplia red familiar que el conde tejió para asegurar apoyo y estabilidad social, hay que sumar otra extensa red de clientes. y de lealtades personales con personalidades de la corte y el mundo de la nobleza y la Iglesia. Esto nos muestra que, en la política hispana del siglo XVII, los contactos eran tan importantes como las alianzas matrimoniales, ya que éstas constituían el principal apoyo dentro del sistema judicial una vez se accedía a la administración. Entre la numerosa clientela social y política que Manuel Joaquín Álvarez de Toledo fue forjando a lo largo de los años cabe destacar la figura de Fernando Joaquín Fajardo (Marqués de los Vélez) y la de Manuel Francisco de Lira y Castillo. El Marqués de los Vélez fue pieza fundamental en el primer gobierno de Oropesa, ya que, cuando fue nombrado Superintendente de Hacienda, llevó el peso de muchas de las reformas tributarias que hicieron famoso su periodo de apoyo. P>
En el contexto de la España del siglo XVII , la corte era una institución dividida en grupos de poder que competían por la atención real y, por tanto, por los apreciados puestos en la administración y favores reales que ello conlleva. Por ello, el Conde de Oropesa también forjó una formidable red de adversarios, que llevaron a cabo sendos campañas de ataques que minaron la autoridad del Conde a lo largo de su carrera (consiguiendo que fuera depuesto en distintos momentos). Cabe destacar, entre sus enemigos, al duque de Arcos y a Luis de Salazar y Castro, figura destacada del mundo de la genealogía. Éste último dedicó unas palabras respecto al uso que el Conde de Oropesa daba a sus más allegados:
Si queremos entender de la forma más clara posible la gestión de Oropesa y cómo actuó durante ella, tenemos que verla en tres niveles diferentes:la nobleza, el político y el diplomático.
En el ámbito nobiliario, Oropesa actuó bajo los principios del auxilium et consilium. hacia el rey y fidelidad hacia su casa. Es importante señalar que, aunque la Edad Media queda lejana, los principios nobiliarios siguen vigentes y cualquier miembro de la corte que perteneciera a un linaje debía asegurar tanto su fidelidad al rey (ya que estaban sujetos a él), y el de su propia familia. Por ello, las mercedes reales y los cargos en la administración tenían un papel fundamental dentro de la mentalidad política de la corte, ya que dotaban a la familia de prestigio y, sobre todo, de poder económico, aunque éste quedaba eclipsado por el coste subyacente. . de mantener el ejército de sirvientes, así como de los pagos que debían hacerse al rey. Esta dinámica conocida como do ut es , también fue muy importante en la dinámica de las relaciones de poder entre el rey y sus nobles (el rey daba y recibía).
En este contexto de relaciones personales, el Conde de Oropesa logró entablar una gran amistad con Carlos II tras ser nombrado hidalgo de cámara en 1674. Este extracto de una carta enviada por Carlos II refleja lo buena que era esa relación:
La cordialidad y cariño presente en este fragmento contrasta con la relación que el Conde de Oropesa mantenía con las esposas del rey. Estuvo en conflicto tanto con María Luisa de Orleans (primera esposa del rey) como con Mariana de Neoburgo (segunda esposa), cuya enemistad le costó la dimisión de su primer gobierno en 1690. Este es otro ejemplo de la importancia que tuvieron las relaciones personales en la política del Antiguo Régimen.
A nivel político, Oropesa ocupó los principales cargos administrativos de la Monarquía Hispánica, configurada bajo un sistema polisinodial de Consejos. A partir de 1680, el conde formó parte de los Consejos de Estado y de Guerra , organismo integrado por miembros de la aristocracia hispánica, cuya función era gestionar los asuntos del Estado tanto en el interior como en el exterior. Asimismo, en 1684 fue nombrado presidente del Consejo de Castilla (también llegaría a ser presidente de Italia), teniendo capacidad de actuar sobre los territorios de la Corona de Castilla. Este nombramiento le fue dado con el apoyo del duque de Medinaceli, a quien sustituyó en el cargo tras su dimisión. Duró en su cargo hasta 1690, cuando las presiones ejercidas sobre él, a raíz de las conspiraciones orquestadas por Mariana de Neoburgo y el duque de Arcos, le obligaron a dimitir. Años más tarde, la misma reina lo llamaría para crear un nuevo gobierno interino en 1698, pero tuvo que dimitir nuevamente debido a una nueva conjura organizada, esta vez, por el cardenal Portocarrero y el marqués de Leganés.
Los dos gobiernos encabezados por el Conde de Oropesa, con la eficaz asistencia de Manuel de Lira y el Marqués de los Vélez, se centraron en poner en práctica reformas dirigidas al sistema monetario, la agricultura y la industria, el erario, la burocracia y la Iglesia. El hecho de que se centrara en estos puntos se explica por el contexto de asfixia económica que vivía la Monarquía, como consecuencia de las malas cosechas y el constante estado de guerra.
Los primeros intentos de reforma se centraron en la regularización y estandarización de la moneda, con el fin de mejorar la realidad monetaria del país dando más liquidez a la economía. A esta reforma del sistema monetario le siguió una puesta en marcha del sistema productivo de la Monarquía, a través de la Real y General Junta de Comercio, que pretendía movilizar los recursos existentes para ampliar y fortalecer la industria hispana. También ayudaron las Juntas Provinciales (Granada, Sevilla, Valencia, Barcelona), revitalizando el tejido industrial, lo que se tradujo en una diversificación de la producción y una mejora sustancial del índice de precios.
El otro gran bloque dereformas Estaba centrado en la racionalización de los ingresos y gastos de la Monarquía. Reasignó y modificó impuestos (como los "millones") y recortó gastos y asignaciones como forma de aliviar el tesoro real. Del mismo modo intervino en la especulación de puestos, recortando y eliminando muchos puestos en la administración.
Todo ello tenía el objetivo de ejercer una mayor presión fiscal sobre las clases altas, reduciendo la del pueblo llano. Esto, junto con la enemistad de la reina, le llevó a ser víctima de diferentes ataques que, finalmente, le llevaron a dimitir de su cargo en 1691.
En el aspecto diplomático, el Conde de Oropesa también tuvo un papel muy significativo. De 1675 a 1691 se convirtió en una de las figuras más importantes del iberismo. , doctrina diplomática que buscaba la reunificación con el Reino de Portugal. Como ocurrió con buena parte de sus medidas, este deseo se topó con intrigas palaciegas, llevadas a cabo por el lado austriaco y el lado borbónico. Manejó diferentes artimañas para lograr este objetivo, pero todas se vieron obstaculizadas por las artimañas de los diplomáticos franceses, que maniobraron para asegurar la sucesión borbónica. Con su regreso al poder, consciente de la crítica situación que se vivía en el escenario político europeo, donde las distintas cancillerías se estaban repartiendo los territorios de la Monarquía, el conde dio su apoyo al bando bávaro, ratificando en noviembre de 1698 la testamento de Carlos II, quien legó la corona al príncipe elector de Baviera, José Fernando Maximiliano. Oropesa no sólo se enfrentó al fracaso de la alternativa bávara (José Fernando murió prematuramente) sino que también fue víctima de un golpe de Estado liderado por el cardenal Portocarrero y el marqués de Leganés (además de Francisco de Ronquillo y Luis de Salazar y Castro). ocurrió en abril de 1699.
Este golpe de Estado se llevó a cabo a raíz de un levantamiento popular en Madrid denominado "el Motín de los Gatos" donde los madrileños se levantaron violentamente, producto de la escasez de alimentos y el desencanto con la situación política del momento, contra las autoridades. Oropesa se vio obligada a abandonar la Corte en mayo de ese año.
A pesar de la gran derrota política sufrida en 1699, el Conde de Oropesa aún no estaba fuera del escenario político. Con la llegada de los Borbones al trono prometió fidelidad al nuevo rey Felipe V en un intento por preservar su posición. Estuvo en el olvido hasta que, en 1706, se puso al servicio del pretendiente al trono austriaco, Carlos III, quien le nombró nuevamente Primer Ministro para reconstruir la Monarquía Hispánica. Este encargo no duró mucho ya que falleció el 23 de diciembre de 1707 en Barcelona.
Como hemos visto, la carrera del Conde de Oropesa estuvo marcada por continuos ataques contra su figura. Pero estos ataques no se limitaron a él, sino que vemos que se repiten tanto en sus antecesores como en sus sucesores. Cabe preguntarse por qué existió este mecanismo de acoso y derribo en la corte española del siglo XVII, que marcó en muchas ocasiones el devenir político de la propia Monarquía. El historiador Adolfo Carrasco Martínez lo refleja claramente en la siguiente cita:
Notas
(1). 20 Sra. 11259/40, Informe a Carlos II sobre el miserable estado de la Monarquía durante la presidencia del Conde de Oropesa, BNM, fol. 3(r). visto en A. Testino-Zafiropoulos, «Disputas políticas en torno al conde de Oropesa al final del reinado de Carlos II», Atlante. Revue d'études romanes, 2, 2015, p. 264-291
(dos). AHN, Estado, L. 1009, fol. 113 visto en A. Testino-Zafiropoulos, «Disputas políticas en torno al Conde de Oropesa en los últimos años del reinado de Carlos II», Atlante. Revue d'études romanes, 2, 2015, p. 264-291
(3). Adolfo CARRASCO MARTÍNEZ, “Los grandes, el poder y la cultura política de la nobleza en el reinado de Carlos II”, p. 84, Studia Historica, Historia Moderna, 20, 1999, pág. 77-136.
Bibliografía
- CARRASCO MARTÍNEZ, Adolfo, “Los grandes, el poder y la cultura política de la nobleza en el reinado de Carlos II”, Studia Historica, Historia Moderna, 20, 1999, p. . 77-136
- TESTINO-ZAFIROPOULOS. A, «Disputas políticas en torno al Conde de Oropesa en los últimos años del reinado de Carlos II», Atlante. Revue d'études romanes, 2, 2015, p. 264-291.
- BERNARDO ARES, JOSÉ MANUEL. (2018). Manuel Joaquín Álvarez de Toledo y Portugal | Real Academia de la Historia. [en línea] Dbe.rah.es. Recuperado de:http://dbe.rah.es/biografias/13723/manuel-joaquin-alvarez-de-toledo-y-portugal