Historia antigua

¿De dónde proceden los libros de la Biblioteca de Alejandría?

La gran Biblioteca de Alejandría fue fundada a principios del siglo III a.C. por Ptolomeo I Sóter. En su apogeo, albergó la impresionante cifra de 900.000 manuscritos. No fue sólo una librería, sino también un centro de investigación y enseñanza que reunió a numerosos estudiosos de distintos centros de la cultura clásica.

Estos se dedicaban a realizar copias y traducciones de los manuscritos que llegaban a Alejandría, tal vez como señala Tito Livio, cobrando por cada línea copiada . Pero también escribir nuevos estudios y comentarios que se iban añadiendo a la colección, de modo que además de recopilar textos externos, tuviera producción propia.

¿Cómo llegaron los libros a la biblioteca de Alejandría? De diferentes maneras. Ya hemos visto en el artículo dedicado a la biblioteca personal de Aristóteles que muchos de los ejemplares del filósofo podrían haber sido adquiridos por Demetrio de Falero.

¿De dónde proceden los libros de la Biblioteca de Alejandría?

Algunos consideran a Demetrio, que fue discípulo de Aristóteles, como el primer bibliotecario de Alejandría, pero otros piensan que fue simplemente el impulsor de la idea y que murió antes de la fundación de la biblioteca. En cualquier caso, la adquisición de los manuscritos de su maestro habría tenido como objetivo añadirlos a la futura colección alejandrina.

Según Lionel Casson en su obra Bibliotecas del mundo antiguo Los Ptolomeos desarrollaron un agresivo programa de compra de libros:enviaban agentes con grandes bolsillos y órdenes para comprar cualquier libro que pudieran, de cualquier tipo y sobre cualquier tema, y ​​cuanto más antiguo fuera el ejemplar, mejor . Esto último se debía a la creencia de que cuanto más antiguo era un manuscrito, menos veces habría sido copiado y, por tanto, más fiel debía ser al original.

Este frenesí de compras daría lugar a la aparición de un nuevo negocio para satisfacer la demanda de libros:la falsificación de manuscritos, es decir, el envejecimiento de pergaminos y papiros para que parezcan más antiguos de lo que eran y así pedir precios más altos.

A la compra de ejemplares hay que sumarle otra forma de llegada de los libros. Como no era posible comprarlo todo, los Ptolomeos ordenaron que cada barco que entrara al puerto de Alejandría fuera inspeccionado. Si se encontraban libros a bordo, eran confiscados y llevados a la biblioteca donde se hacían copias. Allí se guardaban los originales y las copias se devolvían a los barcos. Una de las grandes ventajas de los Ptolomeos es que en Egipto tenían abundante papiro para copiar y copiar, prácticamente sin límites.

¿De dónde proceden los libros de la Biblioteca de Alejandría?

¿Y dónde compraron los libros? En muchas ocasiones, como en el citado caso de la biblioteca personal de Aristóteles, a particulares, ya sean colecciones propias o heredadas. Pero con más frecuencia en las librerías, ¿dónde más? Dice Tönnes Kleberg en El comercio bibliotecario y la actividad editorial en el mundo antiguo que la producción y venta de libros se inició en Atenas en la segunda mitad del siglo V a.C. Lo cual es más de un siglo y medio antes de la fundación de la Biblioteca de Alejandría.

La primera mención conocida del término bibliopòles (librero, en griego) lo encontramos en la comedia Los Tramposos de Aristómenes escrito a finales del siglo V a.C.

De otros autores como Nicofrón y Eupolis se sabe que los libreros instalaban sus puestos en el mercado al igual que otros comerciantes, como los vendedores de harina o cuero, e incluso que el negocio del libro se concentraba en un determinado punto de la ciudad, el llamado orquesta , una terraza semicircular en el mercado al pie de la Acrópolis. También había bibliokápelos , es decir, vendedores ambulantes de libros.

¿De dónde proceden los libros de la Biblioteca de Alejandría?

En la comedia Las Aves , estrenada en el año 414 a.C., Aristófanes se burla de los atenienses que corren a las librerías por la mañana para descubrir qué hay de nuevo :

Pero no sólo en Atenas había librerías, la isla de Rodas, en la ruta comercial hacia Egipto, era también un importante centro de librerías. Y en el siglo IV a.C. Antioquia fue uno de los principales centros productores de libros, con numerosos copistas que, ante la gran demanda, daban preferencia en sus entregas a las ciudades con mayor número de libreros.

El propio Alejandro Magno, que era un ávido lector, hacía comprar sus libros en librerías atenienses, como atestigua Plutarco:

En cuanto al precio de los libros, estaba determinado por la demanda. Muchos tenían precios módicos, apenas un dracma, como nos informa Platón:

Otros, seguramente las ediciones más cuidadas e ilustradas y los libros raros, alcanzarían precios superiores e incluso desorbitados:

La Biblioteca de Alejandría tenía los fondos y recursos para comprar estos libros raros y costosos, y probablemente información sobre dónde encontrarlos.

No nos ha llegado el nombre de ninguno de los libreros de aquella época. Los primeros citados en las fuentes antiguas proceden de la mano de Luciano de Samosata, que vivió en el siglo II d.C. Ya en el Imperio Romano. Se llamaban Calino y Ático, y eran editores (productores de libros) que luego vendían en sus librerías. Luciano, que suele hablar con desdén de los libreros, elogia a Calino y Ático:

¿De dónde proceden los libros de la Biblioteca de Alejandría?

Los editores, que luego distribuían a los libreros, obtenían sus ejemplares de primera mano de los autores, pero aquellos que no podían conseguirlos los copiaban en bibliotecas como la de Alejandría, donde iban a abastecerse de novedades.

Sobre lo que ganaban los autores y su relación con editores, copistas y libreros, apenas se sabe que la mayoría no recibió nada por la copia de sus manuscritos, excepto el honor de la fama. Pero hay algunas novedades sobre un tema tan espinoso como el plagio. Increíblemente, dos autores, Aulo Gelio (siglo II d.C.) y Diógenes Laercio (siglo III d.C.) acusan a Platón de haber adquirido los manuscritos de Filolao (discípulo de Pitágoras) y de haber compuesto su Timeus. con ellos. .

Sea cierto o no, no parece que Platón ni ningún otro filósofo o escritor se beneficiaran económicamente de su producción literaria.