En el siglo XIX, Europa experimentó importantes transformaciones resultantes de la lucha contra el Antiguo Régimen y la instalación de regímenes liberales. En este proceso, varias naciones vivieron crisis económicas que motivaron la formación de grupos de inmigrantes que intentaron otra vida en el continente americano. Entre otras nacionalidades, los italianos fueron responsables de la llegada de más de cuatro millones de viajeros al continente americano.
En la mayoría de los casos, se trataba de campesinos pobres de las regiones de Sicilia, Nápoles y Calabria. Lejos de su tierra natal, muchos de estos inmigrantes se reunieron en barrios que, en poco tiempo, se convirtieron en guetos que concentraban a italianos dispuestos a superar las hostilidades de su época. Preservando las características de las relaciones sociales arraigadas en su tierra natal, buscaron el mismo ascenso y prestigio que antes habían ganado judíos, alemanes e irlandeses.
La condición económica algo más privilegiada de ciertas familias italianas acabó imponiendo relaciones de poder similares a las impuestas por los grandes terratenientes a los pequeños campesinos. A través de la violencia, los préstamos y las actividades económicas ilegales, estas familias un poco más privilegiadas formaron las mafias que serían tan conocidas en las primeras décadas del siglo XX. Durante este período, la llamada Mano Negra fue la primera organización criminal formada por varias familias sicilianas.
Al principio, Giuseppe Lupollo, Mont Tennes y Big Jim Colosimo eran los grandes nombres de la mafia encargada de coordinar el juego, la extorsión y la prostitución en grandes centros urbanos como Chicago y Nueva York. Después de la Primera Guerra Mundial, la historia de la mafia norteamericana sufrió grandes transformaciones, principalmente con la implementación de la Ley Volstead, ley que, en 1920, prohibía la venta y el transporte de bebidas alcohólicas en Estados Unidos.
La prohibición se produjo al mismo tiempo que la euforia del “American way of life” daba sus primeros signos de crisis, impulsando la implicación de varias bandas en el tráfico y la distribución. de drogas. bebidas a nivel nacional. Fue en esta época cuando los nombres de Frank Costello, John Torrio y Al Capone se convirtieron en grandes iconos de la mafia estadounidense. Junto a las enormes ganancias, la competencia de otras mafias y la persecución de las autoridades promovieron varios asesinatos y secuestros.
En la década de 1930, el fallido esfuerzo moralizador de la Prohibición obligó a las autoridades del país a llevar a cabo una reforma de la ley que se publicaría en 1933. Con la nueva enmienda, el comercio y la fabricación de bebidas quedaron legalizado de nuevo, y con ello, la mayor fuente de ganancias de la mafia se extinguiría. Además de este hecho, los efectos de la crisis de 1929 obligaron a los mafiosos a invertir en otras actividades que aún podían sostener a las familias y sus enormes ganancias.
Las dificultades económicas trajeron la tensión entre las diferentes pandillas que buscaban preservar cada centímetro de sus áreas de influencia. La guerra entre Giussepe Masseria y Salvatore Maranzano fue una de las disputas más conocidas que tuvieron lugar a principios de los años treinta. Después de eso, la nueva era en la mafia abandonó las disputas personales y la influencia del poder local para infiltrarse en oficinas públicas y redes de delincuencia mucho más amplias.
Las nuevas generaciones de la mafia estuvieron compuestas por figuras que completaron sus estudios y, a partir de entonces, pudieron establecer vínculos con jueces, policías y fiscales. De hecho, la mafia de la década de 1930 era más discreta y elocuente, y no llevaba a cabo acciones criminales a plena luz del día ni promovía espectáculos públicos de violencia. La llamada “Cosa Nostra” –el nuevo nombre que se le dio a la mafia en ese momento– era ajena a las disputas entre pandillas para buscar ganancias y cooperación grupal.
El poder alcanzado por la mafia en Estados Unidos fue una clara consecuencia de las condiciones históricas específicas responsables de desencadenar este tipo de situaciones. Los nombres y el glamour marginal que se le dio a la mafia iban en contra de los ideales patrióticos, familiares y liberales que tan profundamente marcaron la cultura estadounidense. Por el contrario, varios indicios sugieren que la mafia ha conservado su poder e influencia entre las élites económicas estadounidenses.