Por Rainer Sousa
El proceso de urbanización e industrialización en América Latina fue una experiencia económica que determinó cambios profundos en varios países. La fuerza de las élites rurales terminó perdiendo su dominio ante el surgimiento de nuevos líderes que llegaron a la gran masa de trabajadores urbanos y profesionales liberales. En este contexto, tenemos el desarrollo del populismo como un fenómeno histórico que marcó la política en las Américas hasta la primera mitad del siglo XX.
En Argentina, el fenómeno populista alcanzó su punto máximo con el gobierno de Juan Domingo Perón. Durante el tiempo que estuvo al frente de la nación argentina, el carismático líder contó con la sólida actuación de su esposa, Eva Duarte Perón, quien confió en su belleza y experiencia como actriz de radionovelas para ayudar a los más necesitados con incansables esfuerzos. acciones de bienestar. . Con el paso del tiempo, el carisma de la primera dama pareció superar al del propio jefe de Estado.
Aquejada de un violento cáncer, Evita Perón falleció el 26 de julio de 1952. La triste noticia no sólo alcanzó a los distintos ciudadanos que idolatran su figura, sino que también marcó la agonía del argentino. populismo. Después de su muerte, su cuerpo fue sometido a un delicado proceso de embalsamamiento y conservado en el segundo piso de la Confederación General del Trabajo. Mientras tanto, la intención de Perón era construir un gran mausoleo para la legendaria “madre de los descamisados”.
Sin embargo, en 1955, un levantamiento militar terminó promoviendo la caída de Perón y el descubrimiento del cuerpo preservado químicamente. Tras confirmar que se trataba de Evita, los golpistas temieron que ese cuerpo sin vida se convirtiera en un ícono sagrado para los distintos seguidores del peronismo. Algunos pensaron que era mejor desintegrarlo permanentemente. Finalmente, Pedro Aramburu, el nuevo presidente juramentado, delegó en el coronel Carlos Koeing la misión de enterrarla en secreto.
En lugar de cumplir su misión, el extraño militar escondió el cuerpo en diferentes lugares hasta instalarlo en su oficina. Al poco tiempo, se difundieron terribles rumores de que Koeing estaba teniendo un comportamiento sexual extraño en presencia del cadáver de Evita. Al poco tiempo, el oficial fue destituido y se puso en marcha un plan para el traslado del cuerpo. La llamada “Operación Traslado” enterró a la fallecida en Italia bajo el seudónimo de Maria Maggi de Magistris.
Durante la década de 1960, la población argentina desconfiaba de la versión oficial de que el cuerpo de Evita había sido destruido. En 1970, el presidente Aramburu fue secuestrado por jóvenes peronistas que exigían información sobre el cadáver de la idolatrada “Madre Mía”. El presidente se negó a revelar su paradero y finalmente fue ejecutado por el grupo. En 1971, el gobierno argentino decidió entregar el cuerpo a Juan Perón, quien se encontraba exiliado en España.
En ese momento, nuevos rumores decían que José López Rega, asistente de Juan Perón, realizaba rituales de brujería que pretendían transferir el alma de Evita a Isabel Martínez, la tercera esposa del expresidente. . En 1973, con el retorno de la democracia, Perón ganó las elecciones y dejó el cuerpo de Evita en tierras españolas. Inconformes, los peronistas llevaron a cabo el secuestro del cadáver del expresidente Aramburu y exigieron que la idolatrada figura regresara a su país natal.
Al año siguiente, Juan Perón murió y el gobierno argentino pasó a manos de Isabel Martínez, quien figuraba en la candidatura como vicepresidenta. Ella misma intentó ubicar a Evita al lado de Juan Perón, en la residencia presidencial de Olivos. En 1976, un nuevo golpe militar se apoderó de Argentina y cambió el destino de Evita. Para acabar con los rumores, el nuevo régimen entregó el cuerpo a las hermanas de Evita Perón. Hasta el día de hoy, el cuerpo de Evita permanece depositado en el Cementerio de la Recoleta, destino de varias peregrinaciones.
Edad contemporánea