Historia antigua

Preliminares de la batalla.

Juegos previos de batalla

De regreso a su campamento, ambos ordenaron a sus soldados que prepararan sus armas y su coraje para una última batalla. Si tuvieran la dicha de triunfar, su victoria no sería efímera, sino definitiva. (2) Sabrían antes de la noche del día siguiente si sería Roma o Cartago quienes harían la ley en el mundo. Ya no era África ni Italia, era el universo entero el que se convertiría en la recompensa del vencedor; y el peligro sería tan grande como la recompensa para aquel contra quien se volcaran las posibilidades de la batalla."
Para los romanos, en verdad, no había asilo en esta tierra extraña y desconocida; para Cartago, cuando este último recurso se agotó, no había otra perspectiva que la ruina inminente.
Fue para decidir esta gran cuestión que los dos pueblos más poderosos de la tierra, cada uno representado por el más grande de sus generales, por los más valientes de sus ejércitos, y dispuestos a coronar con un nuevo éxito el edificio de su gloria o a derribarlo, cada uno de ellos, considerando ya sus propias fuerzas, ya las del enemigo, las apreciaba más por vista que por cálculo, y daba. Se les sugería al mismo tiempo la alegría y la tristeza que no estaban haciendo por sí solos, por los consejos y exhortaciones de sus generales. Los cartagineses recordaron a su pueblo sus dieciséis años de hazañas en Italia, de todos los generales romanos. , de todos los ejércitos que habían destrozado; cuando se encontraba ante un soldado que se había distinguido por alguna acción brillante, le recordaba sus hazañas heroicas. Escipión habló de las Españas y de las batallas recientemente libradas en África, y de la declarada debilidad de su enemigo, que no podía dejar de pedir la paz, por el miedo que tenía, ni guardarla fielmente, por la mala fe que le era innata. También habló de su entrevista con Hannibal, cuyo misterio dejó lugar a conjeturas. Era un buen augurio que los mismos auspicios que se habían manifestado a sus padres antes de la batalla de las islas Egatas se les habían aparecido también cuando salieron a luchar. "Se acercaban, les dijo, el fin de la guerra y de sus fatigas. De ellos dependía asegurar el botín de Cartago y un regreso glorioso a su patria, a sus padres, a sus hijos, a sus esposas y a sus dioses penates. "
Todo esto, les dijo Escipión con la cabeza en alto y alegría en los ojos, de modo que se podría pensar que ya era victorioso. Luego puso a sus tropas en batalla:al frente los hastats, detrás de ellos los principios, en la última fila los triaires.


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