Durante el período Arcaico, Esparta surgió como la primera de las ciudades griegas. A principios del siglo V a.C. BC, Esparta aparece como la campeona de Grecia contra los persas durante las Guerras Persas. Poco a poco se convierte en rival de Atenas, provocando contra ella la larga Guerra del Peloponeso (-431 a -404). La victoria le confiere la hegemonía del -404 y, aprovechando el apoyo persa, la "Paz del Rey" del -387 convierte a Esparta en árbitro del mundo griego. En -376, Atenas hunde su flota militar, poniendo fin a su hegemonía naval. En -371, atenienses y lacedemonios reconocen mutuamente sus confederaciones, al tiempo que denuncian la confederación beocia. Los espartanos, fuertes en su aura de invencibilidad, marchan hacia Tebas. Pero la hegemónica Esparta es derrotada, y la batalla de Leuctra de -371 amputa 400 de sus 2.000 homoioi. Esparta nunca se recuperó completamente de esta derrota.
A partir de entonces, Esparta retrocedió hacia el Peloponeso, pero la implacabilidad de Tebas arruinó su dominio sobre los ilotas. Messène queda libre para contrarrestarlo. La batalla de Mantinea del -362 permite rectificar la situación rompiendo la hegemonía tebana, pero sigue sin futuro. La irrupción de Macedonia en el juego político de las ciudades griegas la relega al mismo rango que las demás y ya no consigue imponerse y es dominada por Felipe II de Macedonia.
En el siglo III a.C. J.-C., las dificultades debidas a su sistema sociopolítico y la disminución de su población de homoioi le llevan a ciertas reformas, luego se alía con Roma contra la liga etolia. Sin embargo, también debe luchar contra la liga aquea y acaba, como las demás ciudades, por ser absorbida por Roma.