A medida que el Imperio se expanda, la administración adaptará el mismo esquema a las nuevas provincias. En su apogeo, la principal red de carreteras romanas alcanzaría unos 150.000 kilómetros. Los comerciantes romanos vieron muy rápidamente el interés de tales hachas. A diferencia de otras civilizaciones mediterráneas que habían basado su desarrollo comercial casi exclusivamente en sus puertos, utilizarán su red de carreteras en paralelo a su flota comercial. Esto promoverá el comercio con el interior del continente y será la fuente de su rápida expansión comercial. Regiones enteras se especializarán y comerciarán entre sí (vinos y aceites en Hispania, cereales en Numidia, alfarería y productos cárnicos (ahumados, salados, etc.) en la Galia, por ejemplo).
El apogeo de la red o el fin del Imperio
A partir del siglo III, el mundo romano, bien resguardado tras el limes, su frontera fortificada, fue progresivamente invadido por los pueblos procedentes de Oriente:este fue el inicio de las grandes invasiones. Ostrogodos, hunos y visigodos se sucederán en una red de carreteras de excepcional calidad. Por tanto, esto acelerará el progreso de estos grupos. La calzada romana, que fue una de las claves de la expansión del Imperio, fue así una de las de su caída.