Richelieu, amenazado de muerte, en particular por Gastón de Francia, Luis XIII le ordenó crear guardias personales que poco a poco se convirtieron en un cuerpo de mosqueteros a su servicio. Prefería tener su propia guardia con los colores de la Iglesia, es decir, el rojo. Los mosqueteros del rey dependían del capitán de mosqueteros, mientras que los del cardenal dependían de él directamente.
Originalmente, estaba protegido como ministro por la casa del Rey. Después de la conspiración de Chalais (1626), Luis XIII dotó a Richelieu de una guardia personal de 50 arcabuceros. Evidentemente no tienen derecho a protegerlo en presencia del rey, ya que los guardaespaldas garantizan entonces su protección común. Cabe señalar de paso que los mosqueteros no son responsables de la protección inmediata de la persona del rey, sino más bien del servicio interior y exterior, es decir mensajeros y protección durante los viajes.