En marzo de 1880, Freycinet, presidente del Consejo, sensible a la energía de los demás, informó al Senado que si dejaba de lado el artículo 7, el gobierno tomaría medidas más duras en otra forma. Sin embargo, el Senado rechazó el artículo.
En respuesta, la Cámara, por gran mayoría, pidió la aplicación de las leyes relativas a las congregaciones no autorizadas, y el presidente del Consejo hizo firmar a Grévy el dos famosos decretos del 29 de marzo de 1880.
En otras palabras, a falta de poder proceder por ley a causa de la oposición senatorial, se procedió por acto del ejecutivo:la mayoría republicana, al no haber podido suprimir los colegios jesuitas por la vía indirecta de una ley sobre la educación superior, decidió destruir directamente las propias congregaciones por parte del poder ejecutivo.
Ambos decretos decidieron que la Compañía de Jesús debía disolverse y dispersarse en el plazo de tres meses; que las demás congregaciones tendrían tres meses para solicitar la autorización; finalmente, que todos los establecimientos educativos comunitarios sin autorización serían disueltos en un plazo de seis meses.
Las expulsiones previstas se llevaron a cabo, no sin gran desgana por parte del poder judicial; hubo 200 dimisiones de miembros de la fiscalía, sin contar las dimisiones de oficiales, incluso de comisarios y agentes de policía; Se cerraron 261 conventos y se expulsó a 5.643 monjes. Ferry había ganado la batalla de las congregaciones:la primera, no la última, del régimen a pesar del Senado, a pesar de Jules Simon.