Historia antigua

explosión en el cielo

La sombra del Hindenburg parece borrar, sobre el mar verde y gris, esta época heroica. Su constructor, Ernst Lehmann, está convencido de que el "más ligero que el aire" ofrece la solución más segura y económica al problema de cruzar el Atlántico. Además, cada uno de sus viajes es un éxito.
El 6 de mayo de 1937, mil personas esperan la llegada del Hindenburg a Lakehurst, en Nueva Jersey. Son las 6 de la tarde. La sábana oscura del cielo está cortada, como con tijeras, por largos destellos malvas de una tormenta que merodea en el horizonte. El aire húmedo huele a mar, a ozono y a tierra en germinación. Los marineros de la base aeronaval han preparado el mástil de aterrizaje, un robusto pilón sostenido por vigas.
El dirigible aparece a una altitud de 90 metros. Los cuatro motores de 1.200 CV están al ralentí. Maniobra lentamente para colocar, encima del extremo del mástil, el morro de amarre, situado a dos tercios de su longitud.
—Han encendido los reflectores, dice alguien.
Un brillo rosa plateado ilumina las aletas traseras, pero no es el de un proyector. Acaba de estallar un incendio. Primero, es una llama rápida y horizontal, luego, casi inmediatamente, se dispara un enorme haz de fuego, cuyas chispas crepitantes parecen alcanzar las nubes bajas.
Los gritos caen de las góndolas, en la distancia, como ya de otro mundo. En unos minutos, el Hindenburg no será más que un montón de vigas retorcidas y calentadas al blanco del que escaparán gritando algunos supervivientes. Entre ellos, el comandante Pruss y Ernst Lehmann, que no sobrevivió a la pérdida de su dirigible.
Según la explicación oficial del desastre, el hidrógeno de los globos se encendió debido a una chispa debido a la electricidad con la que se cargó la atmósfera tormentosa.

Después de esta tragedia, los dirigibles pierden todas sus posibilidades en la competición atlántica. La pérdida del R-101 inglés, la de los "cruceros aéreos" estadounidenses Akron y Macon, ya había puesto de relieve la vulnerabilidad del "más ligero que el aire".
Un poco menos de dos meses más Más tarde, otra noticia enluta a la fuerza aérea. Amelia Earhart desaparece en el Pacífico y, con ella, es un cierto romanticismo de las alas lo que se va.


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