El Octavo Ejército británico de Montgomery ocupa un frente este-oeste, entre el mar al este y el macizo de Zaghouan, y el Primer Ejército de Anderson un frente sur-norte, entre la región de Zaghouan y el mar, al norte, bisagra de los dos frentes. Al estar asegurado por el 19.° cuerpo francés del general Koeltz frente al Zaghouan, los dos ejércitos del Eje se encuentran encerrados en un cuadrilátero cuyas otras dos caras, al norte y al este, están constituidas por el mar.
Adosados así a ambos lados del mar, estos dos ejércitos germano-italianos ocupan una posición en ángulo recto, cuyo brazo sur, frente a la Ciudad Armada, está representado por la posición de Enfidaville, entre las mar y el Zaghouan inclusive, posición preparada desde hacía varios meses y en la que acababa de restablecerse el 1.er ejército italiano del general Messe. La rama occidental, frente al 1.er Ejército, es el frente que mantuvo durante cinco meses el Quinto Ejército alemán del general von Arnim, ahora comandado por el general von Waerst, que ha tenido mucho tiempo para organizarlo y reforzarlo, especialmente en el valle de Medjerda, un gran corredor de acceso a Túnez.
La bisagra de este dispositivo enemigo en ángulo recto está constituida por el formidable macizo de Zaghouan que culmina a 1.295 metros y cuya defensa está confiada al Afrika Korps, reforzado por el ejército italiano. división de élite "Superga", frente al 19.º cuerpo francés.
Este cuadrilátero, cuyos dos lados terrestres están así defendidos, en el ángulo noreste de Túnez, y que los ingleses llamaron caja, constituye el reducto de los ejércitos africanos del Eje y la cabeza de puente que Hitler decidió mantener a toda costa.
Para defender su casilla, cuyos dos frentes, oeste y sur, sólo tienen un desarrollo total de 190 kilómetros, El general Eral von Arnim, comandante del grupo de ejércitos del Eje, tiene 200.000 hombres con la moral inquebrantable, alemanes e italianos, y suficientes provisiones de alimentos, equipo y municiones como lo demostrarán las existencias que caerán en nuestras manos. — pero sin posibilidad de renovarlos ni de recibir refuerzos serios.