A los ojos de muchos, Nicolás Maquiavelo es el autor de El Príncipe . Nada más. El eco universal de este ensayo político le ha granjeado una reputación detestable. Según Robert diccionario, una persona maquiavélica "utiliza el engaño, la mala fe, no cumple sus promesas, para lograr sus fines".
Excepto que Maquiavelo no es "maquiavélico", que su reflexión sobre el estado de su patria, Florencia, y de Italia obedece a circunstancias particulares. Hemos estado delirando sobre él durante cinco siglos, equivocadamente y de manera total, para derribarlo. Los dos autores de este libro, Jean-Louis Fournel y Jean-Claude Zancarini, se divierten:“Maquiavel siempre ha sido, siempre ha sido y será una manzana de discordia, lo que probablemente no le habría disgustado. »
Su ensayo viene después de muchos otros, pero se destaca. Es una "obra de vida" que profundiza en el trabajo realizado por Maquiavelo. A los 29 años ingresó a la secretaría de la Cancillería. Sirvió a la República de Florencia de 1498 a 1512 y, tras un período de desgracia tras el regreso de los Medici, sirvió a su ciudad hasta su muerte en 1527. Su vida abarcó una Italia en guerra, desde la irrupción de los franceses -los “bárbaros” – en 1494, y su regreso en 1501, 1515 y 1525, hasta la tragedia final:el saqueo de Roma en 1527 por las tropas de Carlos V. Sigue las vicisitudes de los Medici, de la República perdida y refundada, de las guerras papales con César Borgia.
Maquiavelo escribe en toscano, en un lenguaje sencillo, casi familiar. Su pensamiento es claro, vivaz, nunca complicado.
Para “pensar” la guerra y sus secuelas, Maquiavelo leyó a autores antiguos (Tite-Live, Végèce, Frontin, Polibio) y conversó con sus contemporáneos más relevantes, como Guichardin. De sus cientos de cartas públicas y privadas, de sus miles de páginas, informes, reflexiones del día a día, Fournel y Zancarini extraen un hilo conductor que les permite el acercamiento más seguro.
Maquiavelo escribe en toscano, en un lenguaje sencillo, casi familiar; pero que también se “alimenta de las palabras del oficio de político”. Su pensamiento es claro, vivaz, nunca complicado. Suena cierto. Todo el error de sus principales glosadores – Jean Bodin, Voltaire (que prólogo -l’-Anti-Machiavelli de Federico II de Prusia), Rousseau, Croce, Lenin, Mussolini, Leo Strauss, Raymond Aron– es haber aplastado la reflexión de Maquiavelo hasta hacerla ilegible. Este estudio marcará un hito, porque opera de manera genealógica, sólo se preocupa por lo singular y rechaza cualquier universalización de un solo pensador.
MAQUIAVELO,
UNA VIDA EN GUERRA
Jean-Louis Fournel, Jean-Claude Zancarini
Compuestos pasados, 2020, 624 p., 27 €