1. Demanda de mano de obra: La expansión de la industria textil en Nueva Inglaterra provocó una creciente demanda de mano de obra. Las fábricas textiles de la región se estaban expandiendo rápidamente y la fuerza laboral existente, compuesta principalmente por mujeres jóvenes de familias campesinas, no podía satisfacer las crecientes necesidades laborales.
2. Disponibilidad de mano de obra inmigrante: Como resultado de la Revolución Industrial y los cambios económicos en Europa, hubo una gran afluencia de inmigrantes a los Estados Unidos. Estos inmigrantes estaban dispuestos a trabajar por salarios más bajos y, a menudo, estaban desesperados por encontrar empleo, lo que los convertía en una fuente atractiva de mano de obra para los propietarios de fábricas.
3. Ahorro de costos: En general, era menos costoso emplear a trabajadores inmigrantes en comparación con las campesinas de Nueva Inglaterra. Estaban dispuestos a trabajar más horas y por salarios más bajos, lo que permitió a los propietarios de fábricas textiles aumentar sus ganancias.
4. Tasas de rotación más bajas: Los trabajadores inmigrantes eran a menudo más confiables y tenían tasas de rotación más bajas que las campesinas. Las campesinas a menudo abandonaban los molinos después de unos años para casarse o regresar a las granjas familiares, lo que generaba la necesidad de reclutar y capacitar constantemente a nuevos trabajadores. Los trabajadores inmigrantes, por otra parte, tendían a permanecer en las fábricas por períodos más largos.
5. Roles de género: El cambio hacia la mano de obra inmigrante también coincidió con la evolución de los roles de género en la sociedad. En los primeros días de la industria textil, el trabajo en las fábricas se consideraba una ocupación apropiada para las mujeres jóvenes solteras de las zonas rurales. Sin embargo, a medida que las normas de género cambiaron y surgieron más oportunidades para las mujeres, las campesinas buscaron cada vez más otras ocupaciones, como la enseñanza y el trabajo administrativo.
Como resultado de estos factores, la fuerza laboral de las fábricas textiles de Nueva Inglaterra experimentó una transformación importante. A mediados del siglo XIX, los trabajadores inmigrantes, en particular las mujeres y los niños irlandeses, se convirtieron en la fuerza laboral dominante en la industria, reemplazando a la fuerza laboral anterior de las campesinas de la región.