Los griegos tenían una religión politeísta, es decir, adoraban a múltiples dioses y diosas. Cada dios o diosa estaba asociado con dominios o aspectos de la vida específicos, como Zeus, el rey de los dioses y el dios del trueno; Poseidón, el dios del mar; Hades, el dios del inframundo; Afrodita, la diosa del amor y la belleza; Atenea, la diosa de la sabiduría y la guerra; y Apolo, el dios de la música, la poesía, la curación y la profecía.
Los griegos creían que los dioses vivían en el Monte Olimpo, la montaña más alta de Grecia, y que interactuaban con los humanos de diversas formas. Podrían manifestarse en forma humana, enviar señales y augurios e intervenir en los asuntos humanos. Se creía que los dioses recompensaban a quienes los honraban y respetaban y castigaban a quienes mostraban falta de respeto o ingratitud.
Las prácticas religiosas en la antigua Grecia incluían oraciones, ofrendas, sacrificios y festivales. Se construyeron templos dedicados a dioses específicos en toda Grecia, donde la gente se reunía para adorar y buscar el favor divino. Se celebraban festivales como los Juegos Olímpicos en honor a los dioses, y las ceremonias y procesiones religiosas eran características comunes de la vida griega.
En general, la actitud hacia los dioses en la antigua Grecia era de profunda devoción religiosa y sentido de lo sagrado. Los dioses eran una parte integral de la cultura griega y daban forma a sus creencias, valores, arte, literatura y vida cotidiana.