Los combates en Shiloh fueron intensos, con numerosas bajas en ambos bandos. Johnston murió el primer día de batalla y Beauregard tomó el mando de las fuerzas confederadas. El ejército de la Unión fue rechazado hasta el río Tennessee, pero Grant recibió refuerzos y contraatacó al día siguiente. Los confederados finalmente fueron derrotados y se retiraron.
La Batalla de Shiloh fue una victoria importante de la Unión y ayudó a asegurar el control del valle del río Mississippi para la Unión. La batalla también demostró que la Guerra Civil sería una lucha larga y sangrienta, con muchas bajas en ambos bandos.
La batalla de Antietam tuvo lugar el 17 de septiembre de 1862, cerca de Sharpsburg, Maryland. Fue la batalla de un solo día más sangrienta en la historia de Estados Unidos, con más de 22.000 bajas.
El ejército de la Unión, dirigido por el general George B. McClellan, tenía una fuerza superior al ejército confederado, dirigido por el general Robert E. Lee. Sin embargo, McClellan fue lento y cauteloso en sus movimientos, y Lee pudo adoptar una posición defensiva fuerte en terreno elevado.
La batalla comenzó con intensos combates por la mañana, cuando el ejército de la Unión intentó romper las líneas confederadas. Los combates continuaron durante todo el día y ninguno de los bandos pudo obtener una ventaja decisiva. A última hora de la tarde, el ejército de la Unión lanzó un asalto final contra el centro confederado. El asalto tuvo éxito y el ejército confederado se vio obligado a retirarse.
La Batalla de Antietam fue una victoria estratégica para la Unión, pero no puso fin decisivamente a la Guerra Civil. Sin embargo, le dio a la Unión un impulso moral y ayudó a convencer a las potencias extranjeras de que no reconocieran a la Confederación como una nación independiente.