Cualquiera a quien le gusten las matemáticas probablemente conozca a Arquímedes, el que gritó "¡Eureka!" cuando descubrió un método para calcular el volumen de un cuerpo. Aunque el matemático griego es reconocido por sus teorías e inventos, aún no se ha revelado todo su potencial. En un ensayo publicado en la revista Science el 1 de noviembre, el profesor Reviel Netz, de la Universidad de Stanford (EE.UU.), afirma haber encontrado textos inéditos de Arquímedes en un manuscrito de más de mil años, que demuestran que ya se ocupaba de la noción del infinito precisamente.
Se cree que los griegos no utilizaban la noción de infinito, pues la consideraban confusa. El manuscrito muestra, sin embargo, que Arquímedes pudo haber utilizado el concepto de conjuntos infinitos (como el conjunto de números o puntos en una línea) mucho antes de que otros matemáticos abordaran el tema. El documento también confirma la idea -ya aceptada en el mundo académico- de que intuyó algunos principios del cálculo diferencial e integral, cuya invención se atribuye a Newton y Leibniz en el siglo XVII.
El manuscrito fue encontrado en el Museo Walters de Baltimore (EE.UU.). A pesar del mal estado de conservación, se trata de un descubrimiento de impagable. "En algunos aspectos se suma a lo que ya sabemos y en otros es la única fuente", le dice Netz a CH online.
En la época en que vivió Arquímedes (siglo III a. C.), las obras se registraban en pergaminos. En el siglo X d.C., con la evolución del "papel", un escriba de Constantinopla (actual Estambul), en aquel momento centro de estudios de las teorías de los antiguos griegos, copió textos de Arquímedes en un libro con hojas. y encuadernaciones. Sólo el 1% de estas copias de obras antiguas han llegado hasta nuestros días.
Unos doscientos años después, durante la Cuarta Cruzada, Constantinopla fue invadida y saqueada. El libro, sin embargo, no se vio afectado. en parte. Ante la escasez de papel, los religiosos utilizaron el manuscrito de Arquímedes para registrar otra obra, una reutilización que caracteriza al libro como un palimpsesto.
El documento fue conservado por la Iglesia durante muchos años, hasta que fue donado a una biblioteca de Constantinopla, donde fue encontrado en 1906 por el filólogo Johan Ludvig Heiberg. Con sólo una lupa pudo identificar, bajo la escritura religiosa, los textos de Arquímedes. Como no podía sacar el libro, Heiberg fotografió sus páginas y publicó su contenido. A pesar de las precarias condiciones, pudo descifrar casi el 80% de los textos.
Ya en aquella época Heiberg descubrió que Arquímedes calculaba con precisión números y volúmenes, operación que incluso en el siglo XVII todavía se realizaba de forma aproximada. Poco después del descubrimiento, el manuscrito volvió a desaparecer y no reapareció hasta los años 1930, en una colección privada de París. En 1998, se vendió por 2 millones de dólares a un coleccionista, que prestó el libro al museo donde se está estudiando.
El nuevo análisis del palimpsesto utilizó tecnología avanzada, ya que el desgaste del tiempo hizo que algunas secciones fueran prácticamente ilegibles. Los hallazgos muestran que la historia de la ciencia todavía tiene mucho que revelar. "Tendemos a creer que las culturas son monolíticas y este es un ejemplo de lo contrario", dice Netz. Simplificar la forma de la historia puede generar ideas poco desarrolladas.