El periodista Clavis Rossi lo llamó "el primer temerario de América Latina". Y es imposible negarle que tiene razón. Mientras sus compatriotas pasaban hambre, Fidel Castro disfrutaba del lujo. Comía en los mejores hoteles, bebía los alcoholes más caros y se dedicaba con entusiasmo a los placeres carnales. Según la leyenda, tuvo 35.000 amantes. Todo en nombre de la Revolución...
Cuando la revista Forbes valoró la fortuna de Fidel Castro en 900 millones de dólares en 2006 y lo colocó en la lista de los gobernantes y dictadores más ricos, el líder cubano lo negó todo con santa indignación. Durante mucho tiempo aseguró que vivía muy modestamente y recibía un salario de sólo 700 pesos. (según el tipo de cambio oficial, actualmente ronda los 130 PLN), por lo que no habría podido acumular la fortuna de la que "se le acusaba".
Según él, el único lujo que se permitía como jefe de Estado eran… las mujeres.
Conquistas de cama
Si se creen las historias que circularon sobre este tema, por el lecho de Fidel Castro pasaron -un poquito- 35.000 amantes, a quienes "consumía" en "desayuno, almuerzo y cena" (Se rumorea que en este gran grupo también estaba la estrella de la música pop polaca, Maryla Rodowicz, que caería en brazos del dictador en 1978 durante su viaje a Cuba, y una foto juntos fue la prueba de su romance).
Fidel Castro tuvo miles de amantes
Según Norberto Fuentes, perdió la virtud a los 7 años con una sirvienta que trabajaba en la finca del padre Castro, una tal Nereida. ¿Cuánta verdad hay? Es difícil de decir. Sin embargo, es cierto que en los años posteriores al dictador no le faltó el coraje para tratar con las mujeres. Cuando salió de prisión gracias a una amnistía en 1953, una multitud de admiradores literalmente lo rodeó. Jules Dubois, corresponsal del Chicago Tribune, concluyó:"Cuando llegó a casa de la cárcel, su camisa estaba roja de lápiz labial".
Después de tomar el poder, pudo satisfacer plenamente su apetito sexual. Su ayudante personal, el capitán Jesús María Yánez Pelletiere, lo reprendió luego de sus siguientes amantes:periodistas, actrices, cantantes, turistas, prostitutas... Incluso cuando el público empezó a mirar con recelo sus conquistas (después de todo, según la propaganda gubernamental, él era un líder nacional incondicional que vivía en un ascetismo absoluto) Con cada vez más acusaciones de violación en la prensa de la oposición, Castro siempre podía encontrar 20 minutos para aliviar la "tensión íntima". Diane Ducret describe:
Cuando vio a una mujer en la calle que llamó su atención, se la mostró al jefe de la escolta como si estuviera seleccionando un pescado en un puesto del mercado ; éste estaba haciendo señales a los guardias de seguridad al final del convoy. En este punto comenzó la verificación inicial de la "víctima". Primer paso:seguimiento. Una vez establecido el domicilio, comenzó la segunda etapa:establecer si estaba casada y, en caso afirmativo, quién era su marido (...)
Castro se hizo pasar por un asceta, pero la realidad fue completamente distinta
Una vez neutralizado mi marido, llegó el momento de un "control de rutina" del Ministerio de Salud. Con el pretexto de la amenaza de una epidemia, se realizaron análisis de sangre completos y se tomaron radiografías . Si los resultados eran satisfactorios, se hacía amiga del Comandante. No tenía que preocuparse por nada, todas sus necesidades y deseos estaban cubiertos.
No es de extrañar que los activistas de la oposición se burlaran del estado de ánimo del dictador, por ejemplo difundiendo caricaturas en las que Fidel desnudo desfilaba felizmente, mostrando con orgullo sus genitales cómicamente agrandados al mundo. Por cierto, tal vez sin saberlo, estaban golpeando cierto complejo vergonzoso de Castro. Es decir, supuestamente estaba convencido de que sus testículos eran... demasiado grandes. Sin embargo, como puede ver, esto no le impidió llevar una vida íntima exuberante.
Cuando veo dulces…
Contrariamente a lo que decía, a Castro le gustaba complacerse también en otros asuntos. Apreciaba mucho la buena cocina y, mientras sus compatriotas estaban sometidos a una dieta obligatoria (como lo demuestran las investigaciones de los científicos españoles, la política económica del dictador en 1980-2010 y la notoria escasez de alimentos asociada a ella), "adelgazaban" a los cubanos una media de 9 kilogramos). en los mejores restaurantes y siempre a tu gusto.
El queso y la leche formaban parte importante de la dieta del líder cubano. Comía bastante poca carne, pero le encantaban las verduras en todas sus formas. Al mismo tiempo, se mostraba bastante despreocupado por la regularidad de las comidas. Uno de sus cocineros recordó:“Aprendió a comer en diferentes momentos de la guerrilla. Con él no se podía planear nada. Es un drama para un cocinero. Estás en el trabajo a cualquier hora del día o de la noche. ”
A Fidel Castro le gustaba comer bien
Según el segundo chef que acompañaba al dictador todos los días en el desayuno, a Fidel le gustaban más los huevos, preferiblemente de codorniz, preparados con frijoles y arroz. Tampoco podía negarse la dulzura:
Una vez estaban sentados con el camarada Che en el Hotel Nacional, los dos, Fidel y el Che, y el camarero les trajo helado, al Comendante le encantan los helados, podía comerse diez bolas o más con la cena. (...) Puede comerse quince bolas, puede comerse veinte, siempre quiso que cada cubano comprara helado todos los días.
Bueno, en ese último punto claramente algo salió mal, ya que en el Período Especial (después del colapso de la URSS en 1991) no era raro ver a hombres y mujeres hurgando en los botes de basura en busca de sobras, y en La Habana había un chiste de que en el zoológico los carteles "No alimentar a los animales" fueron sustituidos por una prohibición:"No robar comida a los animales" y posteriormente por una más restrictiva:"No comer animales"...
Panorámica
Los cubanos se morían de hambre y Castro hizo lo mejor que pudo. El dinero de sucesivos amantes le permitió llevar una vida lujosa. Al mismo tiempo, no evitó los estimulantes. Witold Szabłowski describe:
Siempre le gustó el buen alcohol y los puros. En mayo de 1958, cuando comenzaba la ofensiva de Batista, escribió una carta desesperada desde la Sierra Maestra a Celia Sánchez:“No tengo tabaco, ni vino, no tengo nada. La botella de vino rosado, dulce y español, quedó […] en el frigorífico. ¿Dónde está ella? ”.
Sin embargo, incluso en materia culinaria mostró impulsos dictatoriales. Después de todo, se consideraba casi infalible. Szabłowski comenta:
El Comendante instruía a todos sobre todo tipo de cosas a cada paso. Estaba convencido de que él era quien mejor conocía sobre béisbol, política, irrigación, cultivo de arroz, elaboración de queso, historia, geografía, pesca y todo lo demás (...).
Walentina Tereshkova y Fidel Castro, La Habana, 1963
Por lo tanto, a nadie debería sorprenderle que compartiera voluntariamente sus buenos consejos con chefs profesionales, incl. en el Hotel Habana Libre, el mejor hotel de La Habana, donde comía frecuentemente como presidente. Les guste o no, los mejores chefs tuvieron que escuchar las diatribas de Fidel sobre cómo preparar el pargo (pescado popular en Cuba), la langosta o los camarones.
Le gustaba estar junto a las ollas, aunque como cocinero prefería recetas más bien sencillas. Su plato estrella durante años fueron... los espaguetis, cuyo arte perfeccionó mientras estaba encarcelado en Isla de Pinos. A menudo, durante sus famosos viajes de pesca, preparaba personalmente "presas" a la parrilla para sus compañeros. ¿Estaban sabrosos? Bueno, ninguno de sus invitados se atrevió jamás a quejarse…