El régimen de Duvalier se caracterizó por abusos generalizados contra los derechos humanos, incluidas detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones extrajudiciales. Muchas de las personas que murieron eran opositores políticos o presuntos disidentes, pero otros eran simplemente civiles inocentes que quedaron atrapados en el fuego cruzado o que fueron blanco de las fuerzas de seguridad del gobierno.
La muerte de Duvalier en 1971 no puso fin a la violencia en Haití. Su hijo, Jean-Claude Duvalier, lo sucedió como presidente y continuó gobernando con mano de hierro. Jean-Claude Duvalier finalmente fue derrocado en un levantamiento popular en 1986, pero el país ha seguido sufriendo inestabilidad política y violencia.