Historia de Europa

Cuando viajé a la Antigua Grecia y descubrí que los griegos, además de filósofos, estaban cachondos

¿Conoces esa sensación de que todos te miran y no sabes por qué? Bueno, eso es lo que sentí. ¿Había salido algo mal en el viaje o en mi proceso de transformación en paisano de la Antigua Grecia? Estaba parado en medio de una calle en Atenas y todos me señalaban y se reían a mi costa. Miré mi ropa y no había nada extraño ni fuera de lugar. Es más, estaba muy linda con mis sandalias y mi impecable túnica corta blanca. Y cuando puse mi cabeza entre mis manos, lo entendí:la máquina del tiempo había decidido adornarme con una corona de flores. El dispositivo había resultado divertido. Rápidamente me lo quité y… allí estaba Phryné, cubierta por una gasa nívea que, sin mostrar nada, insinuaba una silueta escultural. Si Leonardo da Vinci, en su estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano, hubiera dibujado a la Mujer de Vitruvio en lugar del Hombre de Vitruvio, habría utilizado a Friné como modelo. Fue fácil entender a los artistas de la época y también a los jueces que la absolvieron. ¡Y qué pasa con su cara! Ojos color miel, nariz aguileña, boca carnosa, tez radiante y olivácea y larga melena rubia recogida en la nuca de la que escapan dos precisos mechones que cubrían las orejas... Ver para creer. Ella vino a pararse frente a mí...

Cuando viajé a la Antigua Grecia y descubrí que los griegos, además de filósofos, estaban cachondos

Prueba de Friné

Supongo que eres Xavier. ¿Es así?

Así es. ¿Y tú debes ser Phryné, mi anfitriona?

Apenas respondí, ella se acercó a mí y… ¡me besó en la boca! Un beso casto y puro, pero en la boca. La verdad es que me tomó por sorpresa, porque ese beso era común entre padres e hijos, hermanos o amigos muy cercanos, pero nunca entre extraños. Entonces, interpreté ese saludo como un gesto que demostraba confianza y cercanía.

-No estaba seguro exactamente dónde te iba a encontrar, pero cuando comencé a escuchar a la gente hablar de un extranjero parado en medio de la calle con una corona de flores en la cabeza, supe que eras tú y simplemente tenía seguir el rastro de los murmullos.
-Sí, por las miradas me di cuenta de que algo andaba mal y me quité la corona.
-La necesitaremos en un momento, pero ahora es mejor que el lleva en la mano Si quieres, vamos a caminar a la casa de mi amigo donde se va a realizar el simposio al que nos han invitado.

En aquel paseo por las calles de Atenas en compañía de Friné, noté en los ojos de los hombres una mezcla de envidia y odio. Entonces, decidí ignorar esas miradas y concentrarme en mi trabajo. Después de algunas preguntas y respuestas triviales, propias de dos desconocidos que quieren hacer amigos, me puse manos a la obra preguntándole por el juicio.

-Es un tema que me dolió mucho, Javier. Es el precio que he tenido que pagar por intentar ser dueña de mi destino a pesar de ser mujer, poder elegir, decir no… y eso se paga. Todo acabó bien, pero es un tema del que me cuesta mucho hablar.
-Bueno, nos quedaremos con que, a pesar de que Hipérides tuvo que recurrir a otros argumentos que no eran los de su oratoria para refutar una acusación falsa, los jueces fallaron a su favor.
-Digamos que la maniobra de Hipérides tuvo éxito porque el jurado estaba formado por personas mayores e indigentes que hacía mucho tiempo que no veían el cuerpo desnudo de una mujer. tiempo. Tuve mucha suerte.
-¿Cuántos años y sin hogar? Os juzgo un jurado popular elegido entre los ciudadanos.
-Esa es la teoría, la realidad es bien distinta. Aquí, 6.000 ciudadanos son elegidos por sorteo cada año entre los voluntarios mayores de 30 años que se registran para formar parte de los tribunales de justicia. Cada día, y dependiendo del número de pleitos, se distribuyen mediante un sorteo, que se hace con el clero, a razón de nada menos que 201 miembros por tribunal que, en algunos casos relevantes, podrían llegar hasta los 2.001. Pero siempre un número impar para evitar empates. Después de escuchar a las partes durante el tiempo marcado por la clepsidra, y sin previa deliberación conjunta, emiten su voto (un guijarro blanco o negro). El proceso parece limpio y justo. Y digo parece, porque el hecho de formar parte de un jurado se remunera económicamente pero con una cantidad tan pequeña que los únicos voluntarios que se apuntan para formar parte de las listas del jurado son indigentes, personas enfermas que no pueden trabajar, personas mayores sin recursos... gente sin oficio ni beneficio. Además, como la defensa y la acusación corren a cargo de los propios interesados, la justicia no se basa en la prueba y la verdad sino en el arte y la gracia que cada uno tiene a la hora de pronunciar discursos e influir en el jurado. . Aquí la justicia depende del ponente que puedas contratar y, además, de la suerte que tengas con el jurado.
-Sí, parece cierto que la justicia no es ciega.
-¿Qué dices?
-Nada, nada, mis cosas. Pues dime qué me voy a encontrar en el simposio.
-El ritual del simposio se divide en dos actos:uno gastronómico, poco relevante salvo que hoy será algo especial para ti, y otro lúdico que comienza después de la comida; Es el momento de las copas y la charla entre los invitados, amenizado con música, bailes y juegos que pueden prolongarse hasta bien entrada la noche.
-No tiene nada de mala pinta. Muchas gracias por la invitación Friné.
-Sólo una cosa, debo advertirte que durante la cena no puedo estar contigo, sólo podré acompañarte durante la parte de entretenimiento y, sinceramente, necesitarás yo ahí. Te estaré indicando y aconsejando, pero debes tener en cuenta que cuando el vino fluye sin medida, pueden surgir situaciones imprevistas o que no puedes controlar, y debes estar dispuesto a afrontarlas.
-Para bien o para peor, intentaré ser uno más.
-Que así sea. Está aquí. Esta es la casa del gran escultor Praxiteles donde se celebrará el banquete... y todo lo demás.

Cuando viajé a la Antigua Grecia y descubrí que los griegos, además de filósofos, estaban cachondos

Según él, además de ser el modelo de sus maravillosas estatuas, Friné también frecuentaba la cama del artista. No sé cómo se lo tomaría si fuera ella quien trajera a un extraño a su propia casa. Al parecer fuimos los últimos en llegar. Phryné se adelantó y saludó a todos los presentes. Cuando la vieron, a todos se les iluminaron los ojos y sonrieron con picardía. Ella hizo un gesto con la mano y me acerqué…

Este es mi amigo Javier, el extranjero del otro lado de los mares al que os dije que invitaría para que conociera uno de los rituales más típicos de Grecia.

Me sentí aliviado al saber que mi presencia ya había sido anunciada y que no era una sorpresa. Aún así, había llegado con Phryné y había demasiados pretendientes de la hetaira aquí. Por tanto, debía actuar con cautela y prudencia. Mientras me presentaba, yo saludaba...

El escultor y presentador Praxíteles, el abogado Hipérides, el político Demóstenes...

Y muchos nombres más que no recordaba. Sí, todos los hombres. Como me había advertido mi anfitriona, salió de la habitación y se despidió de ella hasta más tarde. Y allí estaba yo, en manos de la flor y nata de la sociedad ateniense. No sé si fue arreglado previamente o si fue sólo una coincidencia, pero tanto Hipérides como Demóstenes me adoptaron. Me sentaron al lado de ellos y me dijeron.

-No creas que es común que a una mujer le permitan traer un invitado, eso sólo sucede porque ella es quien es, -señaló Hipérides, su abogado durante el juicio.
-Lo sé. Se lo agradezco a ella y a todos los que lo habéis permitido.
-Bueno, ahora nos servirán la cena que hoy, debido a vuestra presencia, consistirá en platos más elaborados de lo normal. De hecho, algunas de ellas son recetas de chefs de la antigua ciudad de Síbaris, cuando era colonia de nuestra Magna Grecia. Estos gourmets eran muy refinados, incluso tenían un recipiente debajo de la cama para hacer sus necesidades en mitad de la noche, pero también contaban con chefs que preparaban platos exquisitos con recetas sofisticadas. De hecho, para proteger el trabajo de sus creadores, tenían leyes que les otorgaban derechos exclusivos para explotar sus nuevos platos durante un año. Y fue una pena que muchas de esas recetas se perdieran cuando Crotona arrasó la ciudad, me informó detalladamente Demóstenes.

Y pensé que la primera ley que se refería a los derechos de autor fue el Estatuto de la Reina Ana de Gran Bretaña promulgado el 10 de abril de 1710, y en la antigüedad ya existían. ¡Cómo me gustan estos viajes! En ese momento empezaron a circular por aquella estancia esclavos, hombres y mujeres, yendo y viniendo con platos y escudillas con tortas de pan, queso, aceitunas, puré de lentejas, guisos de cerdo, pescados salados, mariscos aderezados con especias. , tortas de miel, higos… y un poco de agua color vino. Platos y más platos que comíamos directamente con las manos y que, en su mayor parte, regresaban a la cocina sin terminar. Estaba claro que, a pesar de ser una ocasión especial y querer amenizarme con algo diferente, los presentes eran más bien una cena frugal o que tenían prisa por pasar al siguiente acto.

Cuando viajé a la Antigua Grecia y descubrí que los griegos, además de filósofos, estaban cachondos

Cuando lo consideró oportuno, más temprano que tarde, Praxíteles ordenó retirar las mesas y preparar la sala para lo que el filósofo Jenofonte describió como el momento en el que “ las penas se duermen y el instinto amoroso despierta ”. Cuando todo estuvo claro, nos trajeron a cada uno una copa de vino puro, única vez que lo iba a beber sin mezclarlo con agua, y realizamos las correspondientes libaciones rituales en honor a los dioses Dioniso y Zeus, que consistían en de tomar un sorbo de vino, para lo cual luego me dijeron que apenas les mojara los labios y derramara el resto en el suelo. Una vez abierta la veda, empezó el lío. Praxíteles, actuando como simposiarca , tomó la palabra y estableció, porque había que hacerlo desde el principio, que se iban a sacar 6 cráteres, las tinajas de barro donde se bajaba el vino y de las cuales nos serviríamos directamente, y que la mezcla de vino y El agua iba a ser 3/5 partes de agua. Según me contó Demóstenes, la mezcla siempre llevaba más agua que vino, incluso a partes iguales les resultaba demasiado fuerte, y normalmente se servían tres cráteras. Entonces, estaba claro que el anfitrión quería que ese simposio fuera recordado. Para bien o para mal, veríamos cómo se desarrollaban los acontecimientos. Pusieron la crátera en el centro, alrededor de ella colocaron divanes para sentarse o reclinarse, y los esclavos nos colocaron coronas de flores, aunque yo preferí usar las mías, y nos rociaron con perfumes. El simposiarca dio el pistoletazo de salida y todos llenamos nuestras copas directamente desde la crátera. Lógicamente no hay guateque que se precie sin música y mujeres para el baile del agarrao, al menos en mi época. Ese problema lo solucionó Praxíteles con un par de palmadas:entraron unas mujeres con flautas y tras ellas Friné, encabezando un grupo de hetairas. Ahora teníamos todos los elementos básicos para una gran fiesta. Las idas y venidas para llenar la copa en el cráter eran constantes, los flautistas se entretenían con su música, mientras algunas hetarias bailaban, otras intervenían en las conversaciones de los hombres, y yo... traté de no parecer un pulpo en un garaje en ese momento. ambiente agradable que se estaba creando. Friné notó que estaba un poco ausente y se acercó a mí para presentarme a un grupo que incluía a Praxíteles, Hipérides, Demóstenes y uno al que llamaban el Espartano hablando de política, mujeres y la phaininda. . Hablar del primer tema, no me resulta grato ni hacerlo hoy; del segundo mejor esperar a ver por dónde iban los tiros, y del tercero… no tenía ni idea. Entonces, para no quedarnos fuera del juego…

-Disculpe que interrumpa, ¿qué es la phaininda?
-Si empezamos a hablar y no recordamos que tenemos un bárbaro entre nosotros. Bueno, y algún xeno como el Spartan. Phaininda es un deporte que se practica en un campo rectangular dividido en dos mitades con una parte central donde se anotan los puntos. Se enfrentan dos equipos formados por entre 10 o 12 jugadores con el objetivo de pasar el balón con los pies o las manos y hacerlo llegar a la zona central de gol; y como buen deporte de contacto, puedes agarrar y derribar al jugador que lleva la pelota, pero no golpearlo.

Vamos, que apenas hemos cambiado, porque en la Antigua Grecia en una reunión de hombres también se hablaba de política, de mujeres y de un deporte a medio camino entre el fútbol y el rugby. Por suerte, a pesar de los trastornos neuronales que padecía a causa de los viajes, aún recordaba que los griegos utilizaban el término bárbaro como sinónimo de extranjero, concretamente para designar a cualquier persona que no procediera de territorio helénico, y xenos. para ciudadanos de otras polis distintas a la suya. Y como estábamos en Atenas, el espartano era un xeno.

Friné siguió atendiendo a otros invitados y yo, como el resto, voy un vaso y viene un vaso. Como me era imposible entrar en la conversación, traté de imitar las expresiones de sus rostros para que pareciera que sabía lo que estaba pasando allí. Entonces ellos se reían cuando lo hacían y yo me ponía serio cuando la ocasión lo requería. Por supuesto, ventilamos dos cráteres a la vez. Cuando Praxíteles ordenó sacar el tercero, comenzaron una ronda de bromas.

-Un adivino le dijo a un hombre:“Lo siento pero no puedes tener hijos”. Cuando el hombre respondió que tenía 7, el adivino respondió:“¿Ah, sí? Míralos bien -dijo Praxíteles.
-Un amigo le dijo a un filósofo:“¡Felicidades! Escuché que su esposa acaba de tener un hijo”. El filósofo, con cara de pocos amigos, respondió:"Sí, gracias a amigos como tú" -prosiguió Hipérides.

Cuando le llegó el turno a Demóstenes, comenzaron las burlas.

-Un espartano encontró a un eunuco hablando con una mujer y le preguntó si era su esposa. El eunuco respondió que era eunuco y que, por tanto, no tenía esposa. El espartano preguntó:"Oh, entonces, ¿es tu hija?"

La respuesta del espartano no se hizo esperar:

Un ateniense fue sorprendido por su padre mientras dormía con su abuela y le dio una paliza. El ateniense, entre sollozos, se quejaba:“¡Te has acostado muchas veces con mi madre y yo no digo nada! ¿Por qué me pegas por acostarme sólo una vez con los tuyos?”

Al ver que las cosas podían crecer, Friné intervino con un chiste que agradaría a todos...

Una esposa le dice a su marido moribundo:"Si mueres, me suicidaré". El enfermo levantó la vista de ella y le dijo:"No, hazme un favor y mátate mientras yo esté vivo"

Todos rieron y bebieron y… volvieron sus ojos hacia mí. Llegó mi turno, por suerte había leído el Philogelos , una colección de 256 chistes cortos de la Antigüedad recopilados por Hierocles y Filagrios, porque me di cuenta de que no podía dar un giro aquí. Entonces, viendo el éxito de Friné, decidí seguir esa línea…

Mientras se realizaba un funeral, un hombre se acercó y preguntó:"¿Quién descansa aquí?". El viudo respondió:"¡Yo, ahora que me he deshecho de ella!"

Por el guiño de Friné y las risas del resto, entendí que había pasado la prueba. Entonces me relajé, disfruté de ese momento en el que ya me sentía parte y, siguiendo la rueda, me acerqué y conté dos más:

-Un hombre en el médico:“Doctor, cuando me levanto estoy mareado, pero a la media hora estoy mucho mejor”. “Entonces levántate media hora más tarde”, le dijo el médico.
-Un hombre llevó el cuerpo de su padre a los embalsamadores egipcios en Alejandría. Cuando fue a recuperarlo para enterrarlo, el embalsamador, que tiene varios cadáveres, le preguntó si su padre tenía alguna marca de identificación. "Tos fuerte", responde el hijo.

Cuando ya habíamos dado buena cuenta del tercer cráter, todos los asistentes empezaron a gritar:

Cótabo, cótabo, cótabo…

Y yo, para no quedarme atrás, también lo hice. Friné se me acercó y me dijo...

-No sabes lo que es, ¿verdad?
-Ni idea – respondí
-¿Recuerdas cuando te dije antes de entrar que podían surgir situaciones imprevistas o que no podía controlar, y ¿Que deberías estar dispuesto a enfrentarlos? Bueno, eso puede suceder a partir de ahora. El cótabo es un juego en el que hay que beber el vino de las copas pero dejando un último sorbo para echarlo en un recipiente para verterlo en él. Tanto la distancia a la que se coloca el recipiente como el recipiente en sí, puede ser un simple platillo para facilitar el agujero o una garra de boca estrecha en la que es muy difícil, lo determina el simposiarca, en este caso Praxíteles. Y por el plato elegido y la poca distancia a la que lo están colocando se ve que mi amigo tiene ganas de fiesta.
-La verdad, más allá del objetivo que tenga cada uno y del efecto que esté provocando el vino. él no veo ningún problema con el juego. Y mucho menos que surjan situaciones que no se puedan controlar.
-La mecánica del juego no es el problema, es el premio por embolsarse lo que se pueda.
-¿Y cuál es el premio?
-Cuando des un movimiento de muñeca para lanzar el vino, debes decir el nombre de una persona aquí presente con la que quieres acostarte, y si agujereas ese es el premio. Normalmente se dicen los nombres de las hetairas y esclavos, hombres o mujeres, pero he estado presente en algún cótabo en el que han utilizado el juego para saldar alguna deuda pendiente y han dicho el nombre de uno de los invitados. No parece que vaya a pasar aquí, pero nunca se sabe. Por cierto ¿qué nombre vas a decir? Porque vas a tener que participar y, con la corta distancia y lo grande que es el plato, es muy difícil fallar a menos que se haga a propósito.
-Bueno, no lo sé. No sabía que iba a tener que acostarme con alguien. ¿Tuyo? Eres el único que conozco.
-Te lo iba a sugerir, y no te preocupes. Si tienes razón diremos que no estás acostumbrado a acostarte con una mujer a la vista de todos y pasaremos a una habitación contigua. Y si fallas... tú mismo.

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Por sugerencia de Praxíteles, todos estuvieron de acuerdo en que yo debería ser el primero en probar suerte. Entonces bebí, dejando el último sorbo, y lo tiré al mismo tiempo que gritaba:Phryné. Y sí, tenía razón. Todos gritaban de alegría, como si hubiera marcado el gol de la victoria en el último minuto de la final de la Liga de Campeones, y en un instante me vi rodeado de todos los hombres felicitándome y abrazándome. Me volví hacia Phryne y ella asintió. Como habíamos acordado, nos disculpó y nos dirigimos a una habitación contigua. Me senté en el diván y… lo que pasó o no pasó allí quedará para Phryné y para mí. Justo cuando regresábamos a la sala principal, dos esclavos intentaban colocar la cuarta cráter esquivando y evitando parejas retozando. Salvo unos pocos que ahogaron en vino su mal pulso, el resto yacía emparejado con el resto de hetairas, los esclavos, algún esclavo y hasta un flautista. Como parecía que todavía tenían un tiempo, llenamos nuestras copas de vino y volvimos a la sala para matar el tiempo.

-¿Qué son esas bolsas que todas las hetairas habéis dejado ahí? -Le pregunté a Friné
-Bueno, nuestras herramientas de trabajo. Disponemos de olisbos de diferentes tamaños y pueden ser de piedra, cuero o madera.
-¿Olisbos? ¿Qué son los olisbos?
"Aristófanes los llamaba "consoladores de viuda", respondió Friné mientras sacaba de un bolso un objeto de cuero con forma fálica. Nos ayuda a practicar el arte del amor propio o a ser consolados en caso de que no lo hagamos. No estés a la altura.

Obviamente, después de mostrarme el consolador, no hubieran sido necesarias más explicaciones, pero…

-¿Y qué más traes?
-Bueno, una botellita de aceite de oliva para masajes y para…
-Sí, sí, supongo que para qué -interrumpí
-Y lo más importante , una ramita de silfio Y esto seguro que no lo sabes. El silfio es una planta silvestre traída de la ciudad griega de Cirene. La resina que se extrae del tallo y las raíces se utiliza para preparar diversos remedios medicinales y también para condimentar ciertos guisos, pero la utilizamos por sus propiedades estrogénicas como abortivo. Hetaira embarazada, deja de ser hetaira. El problema es que cada vez es más caro porque nadie ha conseguido cultivar el silfio y sólo se produce en las afueras de esa ciudad. Cada vez queda menos y abusan de los precios.

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Silfio

-Bueno, como dice un refrán de mi tierra, “más vale prevenir que curar”.
-Nunca había oído hablar de ello, pero tienes toda la razón. Y ahora que hablas de curar, aquí en Atenas las mujeres lo tenemos mucho más fácil que en cualquier otra polis. Para las mujeres atenienses tenemos una mujer que se dedica a la medicina.
-Pero… ¿legalmente? Entendí que las mujeres aquí no pueden ejercer la medicina.
-Y no pueden. Excepto Agnodice. Desde muy pequeña quiso seguir la tradición familiar y dedicarse a la medicina. Sorprendentemente contó con el apoyo de su padre, pero para estudiar tuvo que hacerse pasar por un hombre -se vestía con ropa masculina, se cortaba el pelo y se vendaba los pechos para ocultarlos- y la enviaron a Alejandría, donde no uno la conocía. Allí fue discípula de Herófilo, uno de los mejores médicos de la época, y al terminar sus estudios regresó a Atenas para empezar a ejercer, manteniendo lógicamente su apariencia masculina. Desde muy temprana edad se ganó la confianza de las mujeres porque, aunque aparentemente era un hombre, su condición de mujer le permitía comprender mucho mejor nuestros cuerpos y nuestros problemas. La noticia de ella se extendió entre los atenienses hasta que las mujeres de la alta sociedad de Atenas comenzaron a solicitar sus servicios. Tanto trabajo acaparó que el resto de médicos vieron disminuir su clientela y, peor aún, sus ingresos. Uno de los afectados por la popularidad de Agnodice decidió denunciarla por presuntos abusos hacia algunos de sus pacientes. A esta denuncia se sumaron otras, afectadas por la fama de su colega, y consiguieron que fuera llevada a juicio. Obligada ante esa injusticia, no le quedó más remedio que revelar su condición de mujer ante los tribunales. De más está decir que los jueces la absolvieron de las acusaciones de abuso, al tiempo que la condenaron a muerte por ejercer la medicina como mujer.
-Veo que aquí la envidia y la venganza son responsables de muchas denuncias.
-Eso es cómo es Javier, así es.
-¿Y cómo se libró de la sentencia? Porque si has dicho que ahora está haciendo ejercicio...
-Sí, sí, se escapó. Gracias a la presión de todas las mujeres que había cuidado, especialmente las de las familias más adineradas, logró que le perdonaran la vida y, además, a partir de ese momento se modificaron las leyes para que las mujeres pudieran ser cuidadas por ella. br />-¿Y cuáles fueron las medidas de presión?
-Bueno, la única que todos los hombres sobre la faz de la tierra entienden en cualquier momento y lugar:una huelga sexual. Les dijeron a sus maridos que si ella no podía acercarse a sus cuerpos enfermos, ellos tampoco se acercarían a sus cuerpos sanos. Así que tuvieron que ceder.

En ese momento, un esclavo asomó la cabeza para decirnos que nos buscaban en la sala principal. Debieron pensar que todo este tiempo habíamos estado en el trabajo, porque cuando llegaron solo faltaba cargarme en hombros. Y yo, la verdad, no iba a aguar la fiesta, el vino ya estaba bastante aguado. Así, con la complicidad de Friné, este bárbaro quedó como un campeón de campeones. Total, mi momento de gloria iba a ser efímero. Cuando regresé a casa, nadie, ni siquiera Friné, se acordaría de mí. Mientras sacaban la quinta crátera, Práxítles, como mediador y árbitro de las disputas, tuvo que ir a poner orden en la acalorada discusión en la que se habían envuelto Demóstenes y el espartano.

-Aunque llevas mucho tiempo viviendo en Atenas, naciste espartano y tengo entendido que defiendes la que fue tu patria. Lo que nunca podrás defender es que fuimos derrotados en las Guerras del Peloponeso por la estrategia de Lisandro. No niego que fue un gran marinero y general, que lo era, pero si no hubiera sido por los barcos proporcionados por los persas y su dinero que compraron la lealtad de varias polis aliadas nuestras, el resultado hubiera sido diferente. - Demóstenes culpó al espartano.
-Eso no cuenta, fue una bagatela -replicó el espartano.
-¿Sabes lo que era una bagatela? Que con un simple trapo en el culo los atenienses pudimos mantener durante tanto tiempo la hegemonía en el mar.
-¿Qué tontería es esa? ¿Un paño en el culo?
-Sí, la hiperesion, una especie de cojín de remo hecho con piel de animal engrasada y que los remeros se ponen a modo de culera. En lugar de quedarse quieto, con esta simple tela el remero se movía a lo largo del asiento, encogiendo y estirando las piernas, alargando el golpe del remo y aumentando la eficiencia de cada golpe. De esta manera, nuestros trirremes podrían navegar más rápido que los tuyos y, lo que es más importante, girar bruscamente para atacar de costado y embestir tus barcos.

Ante estos argumentos, Praxíteles declaró victorioso a Demóstenes en la disputa dialéctica, y el espartano no lo tomó bien porque su copa acabó destrozada al arrojarla contra una columna. Todos rieron y el perdedor pidió otro vaso, lo llenó y se lo bebió de un trago... y repitió hasta que la quinta cráter quedó vacía. El vino empezaba a hacer su trabajo, de hecho algunos ya estaban más lejos que aquí y tenían dificultades para mantenerse en pie. Los más inteligentes, una vez satisfechas su hambre, su sed y sus necesidades carnales, se acostaban a dormir en un rincón. ¡Y todavía faltaba una crátera! Tal como había fallecido Praxíteles. Yo, gracias a que el vino estaba muy rebajado y que, siguiendo los consejos de Friné, en muchas ocasiones simplemente me mojaba los labios y luego vaciaba la copa donde podía, aguanté sin mucha dificultad.

-¡Qué amiga has traído Phriné! Toma lo que te echen – comentó Hipérides
-Como invitado tengo que intentar estar a la altura de los anfitriones
-Bueno, para rematar el trabajo solo queda continuar la fiesta en la calle -concluyó Praxiteles

Miré a Phryné, como preguntando qué estaba pasando ahora, y ella intervino

"Praxíteles, ¿crees que es una buena idea?" Recuerda que la última vez que lo hicimos se nos fue de las manos y tuviste que afrontar varias multas por los daños.
-Hoy es un día especial, tenemos que tratar a nuestro huésped como se merece. Entonces… ¡que comience el komos!

Phryné insistió, pero no hubo forma de convencer al anfitrión. Se me acercó y me dijo…

-No pensé que íbamos a llegar a este punto, porque el komos es opcional. No siempre sucede.
-Pero, ¿qué es el komos?
-Lo mismo que aquí pero en el extranjero. Llenamos tinajas con el vino que queda en el cráter y salimos a la calle con la música. Lo que pasa en el simposio se queda aquí y a nadie le molesta, pero lo que pasa en el komos sí molesta. La gente que duerme se queja de la música y los cánticos y, sobre todo, de que los más anticuados rompen cosas o hacen pis en las puertas. Y, lógicamente, nos denuncian y las autoridades intervienen.

Cuando viajé a la Antigua Grecia y descubrí que los griegos, además de filósofos, estaban cachondos

Lo que me faltaba, después de haber esquivado a la policía por unas travesuras cometidas en uno de mis momentos de desfase juvenil, era verme envuelto en una borrachera callejera en la Antigua Grecia.

Si no hay otro camino, tendremos que irnos -respondí Phryné.

Praxíteles ordenó que todos los que dormían despertaran y nos dijo que comenzaba el komos.

-Sigamos con la fiesta en la calle. Si alguien no quiere continuar y prefiere quedarse aquí a dormir, le aviso que voy a poner el despertador para que suene a medianoche, y a esa hora deberá salir de casa. Los esclavos deben limpiar tu vómito y recoger todo lo que se te haya caído o roto, y no quiero que quede nadie aquí. ¿Entendido?

La mayoría de nosotros procedimos a llenar nuestros frascos y sólo unos pocos prefirieron quedarse a pasar la noche. ¿Escuchaste correctamente? ¿Dijiste despertador?

-Friné, ¿dijiste despertador?
-Sí, así es. Es un invento de Platón, el fundador de la Academia de Atenas. Dicen que el filósofo decidió adaptar una clepsidra para convertirla en el primer despertador y así sus alumnos no llegaran tarde a sus charlas. Lo que hizo fue añadir a una clepsidra un segundo recipiente herméticamente cerrado situado en un nivel inferior y los comunicaba a través de un tubo. Dentro del primero colocó un sifón que, llegado el momento, hace que el agua salga con fuerza suficiente para que, al llenar el segundo, el aire desplazado se escape por un pequeño orificio situado en la parte superior y produzca un sonido que, Si no tienes el sueño muy pesado, te despierta. Aunque para la ocasión sería mejor que cuando suene el despertador los esclavos los despierten a patadas, porque van tan borrachos que no se enterarán.

A la orden del anfitrión, los invitados con sus jarras llenas, las flautistas con sus instrumentos, las bailarinas con su arte y las hetairas con sus artes, todos salimos fuera para recorrer las calles en una versión de la Antigüedad de nuestras charangas. Y aquí cambiaron el estilo musical y, sobre todo, las canciones que entonaban. De las letras lúdico-festivas pasamos a las de tono satírico y burlesco. Lógicamente, para los que ya dormían aquello no tenían ninguna gracia. Al principio, se oyeron algunas quejas que iban acompañadas de sus correspondientes insultos, supongo que acordándose de las madres de los allí presentes, pero la cosa se complicó cuando algunos objetos comenzaron a llover del cielo. Y para rematar, la respuesta de mis compañeros de parranda fue arrojar las jarras contra puertas, ventanas y fachadas. Tal y como había advertido Friné, no había sido buena idea.

La cosa se estaba poniendo fea y entendí que era el momento adecuado para volver al presente.

-Friné, tengo que irme.
-Lo sé Javier. Me habría gustado…

Tapé su boca con mi dedo, ella sonriendo, lo bajé a su barbilla y le di un beso en la boca.

Sé libre, coge las riendas de tu destino, no te doblegues y, recuerda, juntas podréis demostrar a los hombres que sois iguales que ellos. Adiós

De regreso a casa, busca más información del komos y descubrí que, aunque siguiendo el tono burlesco y satírico de las canciones, con el tiempo estos cantantes nocturnos, que se llamaban komoidós , pasó de cantar a interpretar breves piezas teatrales. A estas piezas se les llama komoidía , palabra que pasó al latín como comoedĭa y de aquí nuestra comedia. Así que podemos concluye que nuestra comedia tuvo su orígenes en las noches de parranda de la antigua grecia, y que las hetasas, obviando el componente sexual, eran las mujeres más libres de la época.

Fuente:Historias de la historia (Storytel)

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