1. Autoridad Centralizada: El papado representaba una estructura de autoridad centralizada dentro de la Iglesia Católica, donde el Papa tenía poder supremo sobre todos los asuntos eclesiásticos. Lutero creía que esta concentración de poder conducía a la corrupción, los abusos y el descuido del bienestar espiritual de los fieles.
2. Indulgencias: La práctica de vender indulgencias, que prometían la remisión de los pecados a cambio de dinero, fue una importante fuente de críticas para Lutero. Vio las indulgencias como una manipulación de los fieles y una distorsión del verdadero arrepentimiento y perdón.
3. Abusos administrativos: Lutero fue testigo de numerosos casos de abusos clericales, como la simonía (compra y venta de puestos eclesiásticos), el nepotismo (favorecer a los familiares en los nombramientos) y los estilos de vida lujosos de algunos miembros del clero. Creía que el papado permitió que estos abusos persistieran sin una rendición de cuentas suficiente.
4. Autoridad Bíblica: Lutero enfatizó la importancia de Sola Scriptura (sólo las Escrituras) como autoridad suprema en asuntos de fe y práctica. Creía que las enseñanzas y prácticas de la iglesia deberían basarse únicamente en la Biblia y no en tradiciones humanas o decretos papales.
5. Reforma de la Iglesia: Lutero intentó reformar la iglesia desde dentro, pero encontró resistencia y oposición por parte del papado. Sintió que el papado estaba más preocupado por preservar su poder y autoridad que por abordar la necesidad genuina de reforma.
6. Salvación por la fe: La convicción teológica central de Lutero de que la salvación se produce únicamente mediante la fe, aparte de las obras o las indulgencias, desafió la comprensión católica tradicional de la salvación. Vio al papado como un obstáculo para la difusión de este mensaje, ya que se aferraba a doctrinas y prácticas que enfatizaban los esfuerzos humanos y los rituales externos por encima de la fe genuina.