Hacinamiento: A medida que la gente se trasladaba a las zonas urbanas, las ciudades se sobrepoblaban, lo que generaba condiciones de vida congestionadas, viviendas inadecuadas y condiciones sanitarias deficientes.
Saneamiento deficiente: Las ciudades superpobladas carecían de infraestructura adecuada, lo que daba lugar a malas condiciones de saneamiento e higiene. Esto contribuyó a la propagación de enfermedades y epidemias, como el cólera y la fiebre tifoidea.
Falta de vivienda: La afluencia de personas a las ciudades creó una gran demanda de vivienda, lo que provocó escasez y condiciones de vivienda inadecuadas. Muchas personas se vieron obligadas a vivir en barrios marginales o en viviendas superpobladas.
Problemas de salud: Las malas condiciones sanitarias, las viviendas inadecuadas y el hacinamiento contribuyeron a diversos problemas de salud, incluidas enfermedades respiratorias, tuberculosis y desnutrición. La esperanza de vida en las ciudades era menor en comparación con las zonas rurales.
Crimen y cuestiones sociales: Las condiciones de hacinamiento y empobrecimiento en las zonas urbanas provocaron un aumento de las tasas de criminalidad, prostitución y otros problemas sociales. La pobreza urbana y el desempleo también contribuyeron al malestar y las tensiones sociales.
Problemas ambientales: La rápida industrialización y urbanización provocaron la degradación ambiental, la contaminación del aire por fábricas y vehículos, la contaminación del agua por aguas residuales y desechos industriales y la deforestación para dar paso al desarrollo urbano.
Congestión del tráfico: A medida que las ciudades crecieron, aumentó el número de vehículos, lo que provocó congestión del tráfico, contaminación acústica y accidentes.
tensión de infraestructura: El rápido crecimiento de las ciudades ejerció presión sobre la infraestructura, como los sistemas de transporte, el suministro de agua, la eliminación de aguas residuales y la electricidad, que a menudo luchaban por satisfacer la demanda.
Pérdida de identidad cultural: La afluencia de personas de diferentes orígenes y culturas podría provocar la dilución o pérdida de identidades y valores culturales tradicionales.
Decadencia urbana: En algunos casos, las zonas urbanas más antiguas experimentaron decadencia y deterioro, con edificios abandonados, altas tasas de criminalidad y una actividad económica reducida.
Gentrificación: A medida que las áreas urbanas se volvieron más deseables, se produjo la gentrificación, donde personas o empresas más ricas se mudaron a vecindarios previamente abandonados, desplazando potencialmente a los residentes de bajos ingresos existentes.