Historia antigua

Aristogitón y Harmodio. Un viaje de ida y vuelta

Aristogitón y Harmodio. Un viaje de ida y vuelta

En El niño persa , segunda parte de la trilogía que María Renault dedicó a Alejandro Magno, el célebre helenista narra una conversación entre el macedonio y su eunuco Bagoas –un personaje histórico que anteriormente sirvió en la corte del rey Darío III– y en quien el autor convirtió el narrador en primera persona de todos aquellos hechos de los que fue testigo. El diálogo entre ambos es el siguiente:

Como hemos visto, Alejandro le cuenta a su eunuco Bagoas, muy querido por el rey macedonio –aunque no coinciden todas las fuentes favorables al respecto, como en Quinto Curcio, por ejemplo-. ese cariño es descrito por Plutarco, quien narra el famoso concurso de baile y posterior beso que, incitado por sus invitados, Alejandro le dio a Bagoas después de ganar el baile (Plutarco, Vidas paralelas V. 67) – la historia de los tiranicidios. Aristogitón y Harmodio , una historia que mezcla amor y coraje, erotismo y ciudadanía a partes iguales, siendo sus figuras elogiadas por la democracia ateniense. Pero ¿por qué se les llamó tiranicidios? Del latín tyrannus. , "gobernante ilegítimo", del griego τύραννος (týrannos ) y del latín «cid », matar– ¿a esta pareja de amantes?

Estamos en la Atenas de finales del siglo VI a.C. C. Un gobierno en forma de tiranía, y dirigido por Pisistrato , se ha apoderado de la ciudad de Ática aprovechando el deterioro político experimentado por la pólis desde la muerte del legislador Solón. Aun así, sobra decir que los conceptos negativos que asociamos a la forma de gobierno que representa la tiranía, no tenían una carga tan peyorativa en la Antigua Grecia. Pero ¿era ésta la primera vez que un tirano llegaba al poder en Atenas? ¿Y en las otras ciudades-estado? En verdad, los tiranos no eran nada nuevo y habían estado "jugando" en la historia griega durante varios períodos desde el siglo VII a.C. C. Hubo muchos tiranos. En la Grecia asiática y las islas, Trasíbulo de Mileto y Polícrates de Samos; en el Peloponeso Fidón de Argos; en Sicilia, el infame Falaris de Agrigento, famoso por su método de tortura:el toro Falaris. Así, hay que destacar al tirano Pisístrato, que después de intentar una vez tomar la Acrópolis, lo intentó una segunda vez tras un pacto con Megacles, hijo de Alcmeón, y luego una tercera, tras el fracaso del vínculo con su hija. Así, Heródoto nos dice:

Oprimido o no, Heródoto nos cuenta que, lejos de gobernar con mano de hierro, Pisístrato, aunque dueño y señor de los atenienses, reforzó, tanto interior como exteriormente, la ciudad. ​de Atenas, manteniendo intactas las magistraturas existentes, contribuyendo "mucho y bien al adorno de la ciudad, gobernando según el antiguo plan". (I, 59, 6). Algunos años más tarde, Atenas es gobernada por su hijo, el tirano Hipias, ayudado en el gobierno por su hermano Hiparco. Ambas son conocidas por el patronímico de las Pisistratidas , por ser ambos hijos del mismo tirano.

Aristogitón y Harmodio

Por otro lado, tenemos a Harmodio, un joven noble ateniense. Su querido amante Aristogitón era de clase media –porque en la Antigua Grecia era muy normal que un joven efebo , como eromenos y ya entró en la adolescencia, inició su entrada en la edad adulta a través de la figura del amante o erastés , más viejo-. Los dos pertenecían, según Heródoto, a una familia Gefirea (V. 55). Así, ambos fueron tallados en dos increíbles estatuas a modo de monumento al coraje y colocadas en el Ágora de Atenas. A decir verdad, las fuentes difieren sobre el verdadero origen que provocó el tiranicidio. Aquí señalaremos dos. Uno de ellos alude a la celebración de las Panatenas –fiesta cívica religiosa anual celebrada durante el mes de Hecatombeon y que las Pisistrátidas revitalizaron con sus políticas -en honor a Atenea, la deidad patrona de la ciudad-. Además, ésta era, según Tucídides, la única fiesta en la que a los que participaban en la procesión se les permitía portar armas. Sin embargo, según la primera teoría, el joven Harmodio se sentiría indignado cuando Hiparco –quien, de manera más simbólica, cogobernaba Atenas con su hermano Hipias, sucesor natural de Pisístrato– impidió a su hermana participar como canephora –doncellas que llevaban sobre sus cabezas el cesta de flores y mirto– en el desfile del año 514, cuando Hiparco descubrió que no era virgen. Profundamente indignado por esta ofensa, Harmodio, junto con la ayuda de su inseparable Aristogitón, tomó una resolución:el asesinato del tirano Hiparco.

Otra versión se entrelaza con la primera, esta vez que Hiparco intentó seducir a Harmodio, y este último, fiel a Aristogitón, rechazó al primero. Herido en su orgullo, Hiparco decidió vengarse de Harmodio impidiendo a su hermana –tras habérselo prometido– participar en las Panatenaicas, sabiendo que ello significaría vergüenza y deshonra para la familia (Tucídides, VI. 56).

Tiranicidio

Sea como fuere, cuando llegó el día señalado, descubrieron que ambos tiranos no estaban juntos. Hipias estaba en las cercanías de la Cerámica (según Tucídides, punto de donde partía la procesión. Según Aristóteles, junto al Leocorio,Const. Atenas , 18, 3) rodeado de su escolta personal. Por otro lado, Hiparco se encontraba “al lado del llamado Leocorio” sin escolta ni guardia, lo que aprovechan para abalanzarse sobre él y matarlo a puñaladas. . Aristogiton vengó los celos. Harmodio, el ultraje a su familia. La sangre fluyó por el Ágora, pero no sólo fluiría la del tirano. Según Tucídides, Harmodio encontró la muerte inmediatamente. En cuanto a su fiel amante Aristogiton, logró huir, aunque sea por poco tiempo, ya que fue arrestado, y para descubrir si tenía cómplices, fue horriblemente torturado y finalmente ejecutado. El tirano que quedó vivo, Hipias, brutalizó su reinado de terror.

Pero la realidad a veces es más tozuda, en referencia a la historia de que los tiranicidas salvaron a los dar Tiranía ateniense. Esta historia no se sostiene si nos detenemos en las versiones ofrecidas por Heródoto V.55; Tucídides VI. 59; y el propio Aristóteles Const. Atenas , 19, 3-6. Además de que antes del asesinato de Hiparco la tiranía no era ni la mitad de represiva que después del tiranicidio. Los tiranicidios no trajeron la democracia a Atenas, ya que Hipias continuaría en el poder durante cuatro años más, finalmente derrocado en el 511 a.C. C. tras una intervención espartana liderada por Cleómenes I y con la ayuda de los Alcmeónidas, quienes, en ese momento, se encontraban en el exilio. Así, el tirano Hipias fue condenado al ostracismo por Darío I y acabaría conspirando, veintiún años después, para desencadenar una expedición persa contra los griegos:la Primera Guerra Médica. Lo que está claro es que nació una leyenda. Llamaron “tiranicidio” a aquel acto que nació de una ofensa personal, y por encargo de Clístenes, que ya había instaurado la democracia, el escultor ateniense Antenor esculpió dos magníficas estatuas de bronce, siendo exaltados como campeones de la libertad.

La Historia quiso que aquellas dos estatuas emprendieran un largo viaje cuando mucho más tarde, durante la Segunda Guerra Médica , los persas saquearon la ciudad y, como parte del botín, se llevaron las estatuas al palacio de Jerjes en Susa, en el corazón de su vasto imperio. Alejandro III de Macedonia, a quien muchos atenienses no consideraban griego, ya predijo el destino final de estas estatuas cuando fue enviado por su padre a negociar la paz con los atenienses, tras la aplastante victoria de Queronea, y descubrió el saqueo (ver Atenas contra Felipe:La batalla de Queronea en Antiguo y Medieval nº 21:Felipe II de Macedonia).

Con todo, Alejandro terminócumpliendo la promesa lo que le hizo a Bagoas:traer de vuelta las estatuas de aquellos atenienses. Allí también se capturaron muchos otros bienes, por ejemplo:lo que Jerjes trajo de Grecia, especialmente las estatuas de bronce de Harmodio y Aristogitón. «Estas obras artísticas fueron devueltas por Alejandro a los atenienses. Se encuentran ahora en la Cerámica de Atenas […]» (Arriano, Anab . III. 16; trans. A. Guzmán Guerra, ed. Gredos). Así, las estatuas regresarían a Grecia, a Atenas, pero no acompañando al rey que las devolviera al lugar que les correspondía, ya que Alejandro sí abandonó Grecia para no volver jamás. Pero esa es otra historia.

Bibliografía

  • Domínguez Monedero, A. J. (1991). La polis y la expansión colonial griega (siglos VIII-VI) . Ed. Síntesis. Madrid.
  • Renault, M. (2011). El niño persa . Trilogía de Alejandro Magno II . (Año de publicación original:1972). Traducción de María Antonia Menini. Ed. Edhasa. Barcelona.

Fuentes primarias

  • Aristóteles. Constitución de los atenienses . Introducción, traducciones y notas de Manuela García Valdés. Ed. Gredos. Madrid. 1984.
  • Ariano. Anábasis de Alejandro Magno . Libro III . Introducción de Antonio Bravo García; traducción y notas de Antonio Guzmán Guerra. Ed. Gredos. Madrid. 1982.
  • Herodoto. Historias. Libro I-V . Traducción y notas de Carlos Schrader. Ed. Gredos. Madrid. 1982.
  • Plutarco. Vidas paralelas. Libro VI . Introducciones, traducciones y notas de Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan Manuel Guzmán Hermida. Ed. Gredos. Madrid. 2007.
  • Tucídides. Guerra del Peloponeso . Libro VI . Traducción y notas de Juan José Torres Esbarranch. Ed. Gredos. Madrid. 1982. Este artículo forma parte del 1er Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad exclusiva de su autor.

Este artículo forma parte del I Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad exclusiva de su autor.