Historia antigua

Osio de Córdoba, el desconocido obispo cordobés, figura clave del bajo Imperio Romano.

Osio de Córdoba, el desconocido obispo cordobés, figura clave del bajo Imperio Romano.

La Plaza de Capuchinas de Córdoba no es una de las la más frecuentada, ni por los propios cordobeses, ni por la gran cantidad de turistas que llegan a esta ciudad atraídos por su importante Patrimonio Cultural. Precisamente en el lado norte del rectángulo que dibuja dicha plaza aparece la figura de Osio de Córdoba, personaje de gran importancia para el devenir del Bajo Imperio Romano. Esta estatua alejada de los circuitos turísticos, no recibe ni una ínfima parte de las visitas que recibe el pie desgastado de Maimónides, sin ir más lejos. Él que, ve como cada día cientos o miles de turistas se acercan a él, con la sana intención de tocarle para poder volver algún día a la ciudad del Guadalquivir.

Un párrafo importante antes de entrar en materia, para corroborar la opinión generalizada de que la ciudad de Córdoba no concede la misma importancia a las distintas épocas históricas, a la hora de promocionar su rico patrimonio.

En este aspecto hay que señalar que hubo tres periodos, donde la ciudad andaluza brilló con mayor intensidad. El primero de ellos fue su época romana, donde llegó a ser capital de la provincia romana de la Bética. Luego, su época califal donde se convertirá en una de las ciudades más importantes del mundo. Finalmente, los inicios de la Edad Moderna, donde los reyes católicos la eligieron como residencia de verano, para continuar con la reconquista cristiana de la Península Ibérica. Dicho esto, cabe destacar que las dos últimas épocas se han convertido en el principal foco de visitas turísticas, sólo hay que recordar la mezquita-catedral o el Alcázar de los Reyes Cristianos, mientras que la época romana de la ciudad queda mucho más alejada. de los circuitos turísticos nombrados de Córdoba.

Este artículo tiene la sana intención de dar un poco más a conocer a este personaje, Osio de Córdoba, ilustre romano surgido de la capital de la Bética.

Una larga vida en defensa del cristianismo.

Osio de Córdoba nació en una familia adinerada de tradición cristiana, muy probablemente en “Córduba” Romano. Su enorme longevidad, más de cien años, le sirvió para ser un espectador de excepción de una de las mayores transformaciones de la sociedad romana. Desde entonces, nació en pleno periodo de persecución contra la comunidad cristiana, y murió cuando el cristianismo ostentaba altos niveles de poder como asesores de los propios emperadores. Pero como veremos, Osio de Córdoba no se conformó con ser un mero espectador, ya que se convirtió en uno de los personajes principales de dicha transformación, si no que estuvo presente en todos los lugares principales donde tuvo lugar. P> Osio de Córdoba, el desconocido obispo cordobés, figura clave del bajo Imperio Romano.

Oso de Córdoba

Parece que el período de persecución marcaría su futura política de defensa del cristianismo. En el año 295 se convirtió en obispo de Córdoba, para sufrir inmediatamente en carne propia las persecuciones cristianas acaecidas durante el periodo de la tetrarquía, y con Maximiano como emperador occidental del Imperio. Éstas, cuestionadas por algunos historiadores, parecen corroboradas por una carta dirigida algunos años más tarde al declarado arriano y emperador Constancio II (337-361):

“Ya confesé a Cristo una vez, cuando tu abuelo Maximiano provocó persecución. Y si me perseguís, pronto lo sufriré todo, antes que derramar sangre inocente y ser traidor a la verdad”

Aunque sea difícil, debemos abstraernos de la visión religiosa de la vida del obispo Hosio, para comprender mejor su faceta como reformador de la sociedad del Bajo Imperio Romano, sin duda su participación en los acontecimientos de vital importancia del siglo IV así lo determina para nosotros.

Concilio de Elvira (300 o 303)

Estamos ante la primera reunión de obispos de la Bética en la historia de esta provincia romana. Se celebró en la ciudad de Iliberris, Hoy en día se desconoce su ubicación, pero supuestamente se encuentra debajo del Barrio del Albaicín de Granada. De este concilio surgieron los 81 cánones que regularían la práctica de la religión cristiana, durante un largo período de tiempo. Entre los aspectos más destacados se reguló la práctica de los sacramentos, el bautismo, la comunión o los entierros, además de las relaciones con el resto de religiones del Imperio, especialmente la judía y la pagana.

Pero uno de los aspectos más significativos sería el reconocimiento de una nueva figura clave en las ciudades romanas, el obispo. Para ello se reguló el acceso a los más altos cargos del clero, evitando la llegada de las familias romanas ricas, con el fin de preservar la religiosidad de los miembros de la iglesia cristiana. A los obispos se les prohibió ejercer el comercio o las finanzas, todo con el fin de convertirse en ejemplos sociales. Ya que tras el Concilio de Elvira, estos obispos pasarán a ser el poder más representativo de las ciudades, debido al abandono de las mismas durante el Bajo Imperio, de la rica aristocracia romana en su camino hacia las grandes villas de la campiña tardorromana. Los obispos participarán en la gestión municipal, más allá de su labor eclesiástica, en aspectos como la economía, la política o la regulación de la vida familiar de los romanos.

Edicto de Milán (315)

Según los documentos del Emperador Constantino, a principios del año 313, Osio de Córdoba estaba en la corte del Emperador, encargado de asesorar a la misma, en materia religiosa. asuntos . De ahí que fuera él el elegido para preparar el encuentro de Milán, que debía abordar los problemas derivados de la continua persecución de los cristianos. En definitiva, en aquella época se estima que al menos un 10% de la población podía profesar la fe cristiana.

Osio de Córdoba, el desconocido obispo cordobés, figura clave del bajo Imperio Romano.

Placa conmemorativa del Edicto de Milán.

Entre los acuerdos alcanzados, y respaldados por los dos emperadores Constantino de Occidente y Licinio de Oriente, se encontraban los siguientes beneficios para la iglesia cristiana:

  • Restitución de todos los bienes que les fueron robados durante el período de persecución, por parte del Imperio.
  • Posibilidad de incrementar tu patrimonio aceptando donaciones.
  • Inmunidad para los sacerdotes cristianos acostumbrados a la persecución.
  • Libertad para reunirse y construir sus propios templos.

Es evidente que el Edicto de Milán sentará las bases del expansionismo del cristianismo por toda Europa, Osio de Córdoba estuvo detrás de estas concesiones.

Primer Concilio de Nicea (325).

La libertad de reunión lograda en Milán fue utilizada por Constantino y Osio de Córdoba para promover el primer Concilio Universal de la Iglesia Cristiana. El lugar elegido fue la ciudad de Nicea, muy cercana a Constantinopla, ciudad fundada unos años antes por el emperador romano. En la primavera del año 325 fueron invitados unos 1.800 obispos de todo el Imperio, aunque se estima que sólo asistieron unos 300. Constantino puso al servicio de los obispos todas las facilidades posibles, incluida la posibilidad de utilizar el servicio de correos imperial.

Osio de Córdoba, el desconocido obispo cordobés, figura clave del bajo Imperio Romano.

Concilio I de Nicea

Dos consecuencias principales surgieron de los meses que los obispos se reunieron en Nicea, con Osio de Córdoba como principal supervisor. En primer lugar, la declaración como herejía del arrianismo, doctrina promovida por Arrio, obispo de Alejandría con una visión diferente sobre la cuestión trinitaria. El segundo de ellos, sin duda el más importante, el Credo de Nicea sentará las bases de la unión entre los estados y la iglesia, de tal manera que pasarán a ser indivisibles desde ese momento y hasta la llegada de los estados en el siglo XIX. , con reyes como representantes de Dios en la tierra.

Muerte de Constantino I

Constantino murió en el año 337, al mismo tiempo que su más fiel representante religioso sería condenado al ostracismo. Tras la muerte del primer emperador que se declaró cristiano a manos de Osio de Córdoba, poco más se sabe de los últimos años de la vida de este ilustre cordobés. El resto de su vida la pasó en su ciudad, Córdoba, y en el Imperio de Oriente, donde continuó luchando por establecer el Credo de Nicea, contra la extensión cada vez más plausible del arrianismo herético. Finalmente murió en Sirmium, la importante ciudad romana de la provincia de Panonia.

Osio de Córdoba, el desconocido obispo cordobés, figura clave del bajo Imperio Romano.

Impresionante escultura de Constantino el Grande

Hoy la historiografía actual analiza las causas de la poca importancia histórica de este personaje. Sin duda, detrás de este aspecto puede estar el fracaso parcial de sus tesis nicenas. Si con Nicea buscó la unión estado-iglesia para fortalecer de forma unitaria el Imperio Romano, no lo logró. El Imperio quedó dividido casi definitivamente, salvo con Teodosio, en Occidente y Oriente, así como el aspecto religioso con el triunfo de las tesis arrianas, especialmente en la parte oriental del Imperio. Sólo faltaba su abrazo, difícil de entender, al arrianismo en sus últimos días para entrar en el ostracismo, tanto en Oriente como en Occidente, especialmente en la Edad Media.

Habrá que esperar al siglo XX de la mano de su homólogo, Adolfo Pérez Muñoz, quien inaugurará la estatua realizada por Lorenzo Coullaut Valera en 1926. En De esta manera llegó el homenaje para este hombre, que desde su visión cristiana intentó resucitar un Imperio Romano de Occidente en continua decadencia. .

Osio de Córdoba, el Imperio y la Iglesia del siglo IV, José Fernández Ubiña, pp. 441-473

cordobapedia


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