A partir de la década de 1960, Brasil experimentó un desarrollo en su economía que se consolidó con nuevos símbolos de la modernidad. En el campo de las artes, podemos destacar que esta renovación se produjo en relación con el surgimiento de la televisión como un nuevo vehículo de comunicación capaz de remodelar el comportamiento y la relación del público con los bienes culturales producidos en ese momento.
Uno de los ejemplos más fructíferos de esta nueva relación lo podemos ver con la realización de festivales de música. La escena musical brasileña fue sede de nuevos artistas que vivieron un período marcado políticamente por una democracia que permitió la realización de este tipo de eventos. Paralelamente, la música brasileña entró en contacto con nuevas influencias musicales que abrieron puertas para la consolidación de una cultura juvenil.
A principios de la década de 1960, la TV Tupi de São Paulo produjo un programa llamado “Hora da Bossa”. La presentación de estos programas dotados de novedades musicales fue posible gracias a una época en la que se desarrollaban simultáneamente varios conciertos en universidades, bares y radios. Esta efervescencia musical inspiró al productor de televisión Solano Ribeiro a realizar el “I Festival da Música Popular Brasileira”. El torneo, disputado en 1965, lo ganó Elis Regina con la canción “Arrastão”.
TV Excelsior, la primera en realizar el evento, acabó perdiendo el programa con la propuesta que llevó Solano Ribeiro a TV Record. Esta emisora invirtió en la realización de festivales y en la producción de otros dos programas en los que la música brasileña parecía dividirse en dos segmentos. Uno de ellos fue Bossaudade, donde se homenajearon los estilos musicales más antiguos y típicamente brasileños. El segundo fue Jovem Guarda, donde los jóvenes mecidos por el rock disfrutaron del sonido de Roberto y Erasmo Carlos.
Estos dos programas acabaron gestionando una intensa rivalidad en festivales donde nacionalistas y experimentalistas ofrecían al público los más variados sonidos. Entre otros artistas, podemos destacar el surgimiento del grupo Os Mutantes y cantantes como Caetano Veloso, Tom Zé y Gilberto Gil. Otro aspecto muy rico también se consolidó con la llamada música de protesta, que contó, entre otros artistas, con Geraldo Vandré y Chico Buarque de Hollanda.
Con el endurecimiento de la censura durante la dictadura militar, los festivales acabaron perdiendo viabilidad por la represión que se instauró. Uno de los casos más famosos de este cambio tuvo lugar durante el festival de 1968, cuando el cantante Geraldo Vandré conquistó al público con la canción “Caminhando”. Los censores del gobierno, antes del anuncio de los ganadores, prohibieron a Vandré ser considerado el autor de la mejor canción.
La realización de ese tipo de programas acabó sacando a la luz un tipo de experiencia que transformó la organización misma del medio televisivo. Los jóvenes, al diferenciarse de adultos y niños, transmitían la idea de que a través de los medios se podía llegar a distintos nichos de consumo. Además, formuló un ideal estético que aún hoy guía muchos programas de televisión. La juventud se convirtió en una idea vendida en rostros bellos y situaciones intensas vividas a través de la televisión.
Aunque sea por un corto período de tiempo, las fiestas marcaron un período de intensa actividad cultural que apuntó a diferentes transformaciones históricas. La televisión se convertiría en un espacio de discusión pública donde los hechos que en ella tuvieran lugar serían objeto de debate por parte de la gente en la calle, en el hogar y en el trabajo. Además, la generación juvenil de aquella época manifestaría en el “frenesí” de las fiestas el cambio de comportamiento en tiempos de democracia.
El papel de Bélgica en la Segunda Guerra Mundial no fue particularmente brillante. Confiando en una política de neutralidad, su ejército estaba obsoleto y mal equipado, por lo que cuando finalmente se movilizó bajo presión internacional sólo pudo resistir contra la Wehrmacht durante dieciocho días a