Historia antigua

Imperialismo espartano del siglo IV

Esparta entró en la Guerra del Peloponeso bajo la bandera de la libertad y la autonomía de las ciudades-estado, amenazada por el imperialismo ateniense. Pero, después de derrotarlo, hace lo mismo:impone un tributo, gobiernos bajo su supervisión e incluso guarniciones. Ya en 413, Tucídides lo describe como el poder que “ahora es el único que ejerce su hegemonía sobre toda Grecia” (VIII, 2, 4).

Por tanto, Esparta cambió su política frente a Persia y se convirtió en la campeona del panhelenismo. Primero está la expedición de los Diez Mil, contada por Jenofonte en la Anábasis, que fracasa en 401. En 396, el rey Agesilao II es enviado con algunos espartanos, Neodamodes y varios miles de aliados para expulsar a Tisafernes, el sátrapa de Caria, y proteger las ciudades griegas. Los sueños imperiales de Agesilao pronto llegan a su fin, ya que es llamado desde el año 394, debido a los acontecimientos en Grecia:Atenas, Tebas, Argos y otras ciudades se levantan contra Esparta:este es el comienzo de la guerra de Corinto. La coalición fue derrotada en 394 en Coronea y Nemea, pero Esparta perdió su hegemonía marítima. Mientras tanto, los persas lanzan una contraofensiva y Atenas reconstruye sus Murallas Largas. Amenazada, Esparta concluye en 386 la paz de Antálcidas con todos los griegos y persas.

Esta paz, protegida por el Gran Rey, les permitió de hecho continuar su política imperialista, bajo el pretexto de proteger la autonomía de las ciudades más pequeñas:Esparta obligó a Argos a dar a Corinto su independencia, o a Olinto a respetar la autonomía de las ciudades de Calcídica.

En 378, sin embargo, el conflicto se reanudó tras una incursión espartana en el Pireo. De hecho, resultó en una paz entre Atenas y Esparta en 371, ambas preocupadas por el progreso de Tebas. Esparta lanza inmediatamente un ataque contra la ciudad beocia, que resulta en el desastre de Leuctra:Epaminondas destruye el ejército espartano liderado por Cleombrote, y lidera una poderosa ofensiva contra la propia Esparta, que debe alistar a muchos ilotas para repeler el peligro de sus murallas. Este es el fin de la hegemonía espartana.


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