Historia antigua

Los galos asedian la capital

En el año 390 a. C., los galos, liderados por Brennus (Bren significa jefe en celta) invadieron Etruria para apropiarse de las riquezas de la península italiana. Vencedores del ejército romano en el río Allia, se apoderan de Roma, que encuentran desierta y con las puertas abiertas. La población huyó, a excepción de los senadores, sentados en sus sillas curules en una plaza del pueblo. Un soldado galo se acerca a uno de ellos y se divierte tirándole de la barba. El senador castiga a los audaces con un palo. Fue inmediatamente masacrado junto con sus compañeros. Los galos se involucraron entonces en numerosos saqueos y masacres.

Sólo unos pocos refugiados romanos en el Capitolio logran resistir la invasión gala. Comienza entonces el asedio del Capitolio que durará siete largos meses... Una noche, los gansos del Capitolio despiertan a los romanos con sus gritos, alertándolos así de un ataque sorpresa de los galos. Gracias a ellos, los defensores consiguieron repeler este ataque nocturno que podría haber sido especialmente mortífero. Otro día, los romanos, aún al borde de la inanición, arrojan pan a los sitiadores para hacerles creer que tienen reservas infinitas y así desmoralizarlos.

Ante esta inesperada resistencia, Brennus accede a tratar con el tribuno militar romano Quinto Sulpicio:los galos se retirarán previo pago de un cuantioso rescate, 1.000 libras de oro (327,45 kg).

Luego se prepara una gran balanza en una plaza de Roma; Para aumentar aún más el rescate, los galos colocan allí pesos falsos. Ante las protestas de los romanos que se dan cuenta del engaño (“¡¿Con qué derecho usáis pesas amañadas?!”), Brennus añade aún más deshonra a su deshonra:respondiéndoles “¡Por ​​el derecho de los vencedores! », arroja su espada y su tahalí a la balanza, añadiendo como conclusión en latín «Ay de los vencidos» (Livio, V, 48).

Brennus fue derrotado más tarde por Camilo, quien lavó el honor de Roma.


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